Quantcast
Channel: EN LA CARRETERA Classic
Viewing all 198 articles
Browse latest View live

EN LA CARRETERA. Nuestra página en Facebook. II Aniversario y 1.000 seguidores.

$
0
0


El pasado 20 de Febrero de 2014 tuvimos la gran satisfacción de poder celebrar el II Aniversario de nuestra página homónima en Facebook y de alcanzar, al mismo tiempo, la cifra de 1.000 seguidores. Aunque pudiera parecerlo, ninguno de estos dos acontecimientos es banal, dadas las circunstancias. Para empezar, dos años de vida completamente activos e intensos de una página de Facebook desarrollada por particulares, sin promoción ni publicidad alguna y sin ánimo de lucro, ya puede considerarse un gran logro. En internet todo es muy rápido, fugaz, efímero e inevitablemente perecedero, lo que obliga a un trabajo constante de actualización y de acarreo permanente de contenidos. Desde luego así lo hemos hecho, subiendo a la página en estos dos años más de 3.000 fotografías y más de 100 videos, entre otros muy diversos materiales de divulgación relacionados con la carretera. Muchos de nuestros seguidores nos han ayudado permanentemente, facilitándonos una interesante porción de todo ese material que hoy es visible en la página, de lo cual les estamos muy agradecidos, pues sin su colaboración el proyecto no habría llegado tan lejos ni tendría grandes perspectivas de continuidad.

Por otra parte, ya el hecho en sí de conseguir ese primer millar de seguidores nos parece un logro sumamente interesante, teniendo en cuenta, como hemos dicho, que no nos hemos promocionado ni publicitado comercialmente en Facebook mediante los procedimientos (de pago) de que dispone esta red social. Tampoco es probable que lo hagamos en el futuro, pues somos más partidarios de seguir operando libre y espontáneamente, como particulares aficionados que somos, gestionando una página cultural de entretenimiento que no persigue ningún fin económico ni ofrece ningún producto a la venta. Seguimos confiando en el boca a boca y en la calidad de nuestros contenidos como únicos procedimientos para darnos a conocer, siquiera muy modestamente. Y a partir de aquí, nuestro crecimiento y nuestra continuidad como página serán los que determinen el azar y las circunstancias, sin que nos preocupemos demasiado por ello. Mientras resulte divertido e interesante nuestro trabajo en la página, continuaremos con la labor. En el momento en el que se convierta en una pesada y monótona carga, echaremos el cierre. Nada nos compromete ni nos obliga.  




Una cuestión muy destacable que nos gustaría tratar aquí es el hecho de que la idea de crear esta página en Facebook vino motivada por el interés en promocionar nuestros blogs y los canales de video en Youtube y en Vimeo. Aterrizamos en la red social esperando hacer de ella una plataforma para la promoción de estos sitios web que administramos. Sin embargo, después de dos años, el resultado ha sido justamente el contrario: la página ha crecido considerablemente y se ha asentado de tal modo que ha conseguido acaparar todo el protagonismo, en detrimento de los blogs y de los canales de video, ahora tributarios de ésta. Su mayor popularidad, visibilidad e interacción con los usuarios y los contenidos ofrecidos tienen buena culpa de ello. Pero además, la intensa demanda de trabajo que exige la página (durante meses llevamos subiendo material diario cada tres ó cuatro horas ininterrumpidamente) nos ha limitado la capacidad de ocuparnos de los blogs y de los canales de video como lo hacíamos con anterioridad. Una entrada en cada uno de los cuatro blogs y uno o dos videos subidos a nuestros canales mensualmente es cuanto podemos ofrecer ahora mismo, y ello con notables dificultades de tiempo. 




Desde nuestros comienzos en Facebook, hemos pretendido enfocar la mirada sobre la carretera a través de la óptica geográfica, turística e histórica. Pero también estética, y probablemente nada mejor que volver los ojos con reiterada frecuencia hacia los tiempos pasados para traernos de vuelta hacia el presente no sólo buenos recuerdos nostálgicos, sino sobre todo los vestigios materiales del ayer, ya severamente amenazados de extinción o ruina por el sucederse de los años, unos vestigios patrimoniales de las carreteras españolas estéticamente hermosos que se nos presentan bajo diversas formas y naturalezas, ya sean hitos kilométricos de piedra, señales de tráfico herrumbrosas, desmochadas casillas de peones camineros, tramos abandonados que un día llevaron de un lugar a otro y ya no conducen a ningún lugar...  Y por supuesto, el parque móvil, aquellos vehículos de nuestros padres o abuelos que tanto representaron en la automoción española de la época del desarrollismo y que ahora, en el mejor de los casos, han venido a sustanciarse en venerables piezas de museo o, en el peor de ellos, en irreconocibles e improbables fragmentos de chatarra abandonados en campos, fincas, corrales y garajes tapiados.

Este, nuestro viaje hacia la nostalgia, nos obliga constantemente a rebuscar en las diversas almonedas digitales de internet para poder subir a la página siempre los mejores contenidos, o por lo menos los más curiosos y sorprendentes. 



Afortunadamente, las herramientas disponibles para esta tarea permanente de recuperación del pasado, son de inmejorable calidad. El españolísimo NO-DO, sin duda, es la mejor de ellas, una vez que sus fondos filmográficos han sido digitalizados en su totalidad y puestos a disposición del público, cosa que nunca podremos agradecer lo bastante. Un verdadero filón histórico que nosotros estamos explotando de manera intensiva, buscando siempre la veta propicia que nos lleve hasta los contenidos que más nos interesan, naturalmente relacionados con la carretera, la automoción, los transportes, las obras públicas, las calles de las ciudades y otras infraestructuras relacionadas.

Pero el NO-DO no es el único instrumento del que disponemos en la actualidad en España para revisitar el pasado. También tenemos las hemerotecas digitales, y en particular las de los diarios ABC y LA VANGUARDIA, las más completas, exhaustivas, antiguas (más de un siglo de trayectoria y millones de páginas digitalizadas) y amables de visitar. En esas páginas nos centramos, sobre todo, en la búsqueda de publicidad antigua de vehículos que circularon por las carreteras cuando muchos de nosotros, y de quienes nos leen en Facebook, ni siquiera habíamos nacido. Y nuestros esfuerzos de búsqueda son constantemente recompensados con creces.



 
Por lo demás, y toda vez que la página de Facebook se ha convertido en nuestra plataforma temática principal sobre la carretera, como ya hemos comentado, la mayor y mejor parte de nuestros trabajos estarán dirigidos a ella y a los más de mil seguidores, en 21 países del mundo, que nos prestan su atención diariamente y muchos de los cuales colaboran habitualmente con nosotros. 

Y así es que, aparte de España, tenemos público fiel en México, Italia, Colombia, Polonia, Chile, Francia, Venezuela, Filipinas, Argentina, Bélgica, Malasia, Países Bajos, Grecia, Costa Rica, Uruguay, Estados Unidos, Afganistán, Palestina (?), Portugal y Reino Unido.

Siguiendo con nuestras estadísticas, aunque sea sin ánimo de exhaustividad, comentar que por sexos nos siguen un 10% de mujeres y un 90% de hombres (46% y 54% de media en todas las páginas de Facebook, respectivamente). Por tramos de edad, en nuestra audiencia destacan el segmento de 35 a 44 años (31%), el de 25 a 34 (28%), y el de 45 a 54 (17%). 

Las diez primeras localidades españolas por número de seguidores, son: Madrid, Barcelona, Zaragoza, Avila, Valencia, Algeciras, Málaga, Alicante, León y Almería. 

A tenor de estas cifras, y partiendo de nuestra obligada modestia, es necesario reconocer que probablemente lo estamos haciendo bien. Quizá, incluso, aunque sea un tanto petulante por nuestra parte manifestar esto, lo que sucede es que hemos ocupado un espacio vacante que a nadie se le había ocurrido ocupar. O no, por lo menos, desde el enfoque y la perspectiva que caracteriza nuestro trabajo. Pero en todo caso, sea como fuere, nos sentimos orgullosos y satisfechos de lo que estamos haciendo, hasta el punto de que nos hemos conmemorado y condecorado a nosotros mismos con este video que resume dos años de andadura exitosa de la página de Facebook EN LA CARRETERA. 


 



OTROS VIAJEROS POR LA ANTIGUA N-III: PACO VILA, el motorista valenciano.

HITOS PEÑA RESTAURADOS Y OPERATIVOS EN LA PROVINCIA DE ALICANTE

ANTIGUOS HITOS KILOMÉTRICOS QUE SOBREVIVEN EN MADRID CAPITAL (Reedición)

N-340. TRAMO ABANDONADO EN CERRO GORDO (GRANADA)

N-340. TRAMO ABANDONADO ENTRE NERJA Y MARO (MÁLAGA)

CUANDO DESCANSA LA CARRETERA

N-611. PALENCIA-SANTANDER

$
0
0

Un reportaje de Diego Sánchez Utrilla para EN LA CARRETERA.



En España hay muchas carreteras, realmente nuestro país tiene una interesante red de carreteras nacionales que hoy día se han visto convertidas (o en el mayor de los casos, sustituidas) por autovías y autopistas. Entre las nacionales españolas, míticas carreteras, como la N-I, N-II, N-III o N-VI (las más antiguas y largas). Pero hoy no voy a ir a ninguna de ellas, me voy a centrar en una carretera más corta, de un recorrido de aproximadamente 200 kilómetros, y una antigüedad de no más de 75 años (que no son pocos), y que en cierto modo supuso una importante rama de comunicación entre la meseta castellana y la costa cantábrica: la  N-611 , hace poco sustituida por la autovía A-67.



Tras la presentación, vamos a salir en nuestro viaje, empezando por el centro de Palencia. A tan solo 850 metros de la Plaza Mayor, este antiguo cartel nos indica la salida:




Es una lástima que actualmente solo sea su estructura lo que queda:




Pasado el túnel, esto es lo que vemos: las afueras atravesadas por una nacional que hoy día puede ser considerada tranquilamente una calle más:




Por fin llegamos a lo que ya parecen ser las afueras:




Pero no sin reparar en ese antiguo cartel, aún en pie:




Talleres mecánicos, que pertenecen a otra época...




Ahora llegamos al punto crucial: la bifurcación entre 
la N-611 (izquierda) y el ramal hacia la A-67 (derecha).



Y llegamos a la primera gasolinera; actualmente ya es poco el servicio que presta, cada vez menos.




Aproximadamente 8 kilómetros después, llegamos al primer desvío de travesía, Fuentes de Valdepero:




De una imagen a otra hay 40 años de diferencia:






Señales de tráfico varias...






La antigua travesía:




Y mientras tanto, en el mismísimo punto de la foto de la travesía, esto es lo que sucede en la variante, más moderna:




Pero volvamos a la antigua travesía, que ya se nos acaba:




Y casi sin darnos cuenta, a unos 10 kilómetros, llegamos al segundo pueblo: Monzón de Campos. Este es el recibimiento:




Un antiguo hostal:




Y poco después llegamos a la segunda gasolinera, y casualmente, si la primera estaba abocada al fracaso, esta ya estaba en él (la gasolinera lleva 10 años abandonada):




Y justo a 2 edificios de la gasolinera, una auténtica joya: un bar antiquísimo, ya abandonado.




Otro viejo cartel:




Ya hemos salido del pueblo, y a 6 kilómetros de él, nos encontramos un pequeño tramo de carretera abandonado:




Y así, en medio de la nada, una gasolinera; y esto empieza a extrañar, pues es la tercera, y está de nuevo, abandonada:




A estas alturas empiezo ya a pensar que menos mal que se llegó al acuerdo de no construir negocios en la A-67 para mantener vivos los antiguos, pues anda que si los llegan a construir, ya no sé que sería de todo...


Rato después nos encontramos con la autovía, la cual toca atravesar, o mejor dicho, que nos atraviese. Aquí el trozo abandonado de la construcción de la autovía, más o menos en 2008:




Al poco de continuar dirección a Santander, nos vamos encontrando alguna que otra señal más:




Y llegamos a Piña de Campos, un pueblo en donde se ve claramente que no explotó el hecho de tener la travesía; es más, en todo el recorrido no vimos ni un negocio:




Ya pasado el pueblo cruzamos el Canal de Castilla...




Y llegamos al desvío de Frómista, entre la variante y la carretera original:




Atención a esta señal: a simple ojo podría asegurar que se trata de una anterior a 1965, quizás de principios de los años 60. ¿Existirá esa gasolinera hoy día?




Y vaya que si existe (y afortunadamente sigue abierta, aunque no sabemos por cuánto):




Luego observamos pequeños bares como este:




También vimos la publicidad de un hostal que actualmente creo que ya no existe:




Y esta muy antigua señal, de cuando no había acera:




Y tras una larga recta nos reincorporamos a la nacional principal, que justo pasa por encima de la autovía:




Con su correspondiente pequeño cacho abandonado (o directamente, destruido):




Y llegamos a Marcilla de Campos (que tiene variante), otro pueblo sin ningún tipo de negocio:




Aquí se puede ver cómo era un tramo normal de nacional en los años 60-70:




Y llegamos ya al fin e incorporación con la actual N-611.




Y aquí, un tramo abandonado importante:




Aquí vemos a la derecha el camino hacia la autovía, en medio la nueva gasolinera (con mucha estrategia su posición), y a la izquierda el tramo abandonado sin salida:




Y un 2x1 en señales antiguas:




La travesía de Santillana es como las últimas que hemos visto: sin negocios.




Salimos de Santillana, y nos incorporamos a la carretera principal:




Ya, poco después, llegamos a la población de Osorno:




Aquí tenéis un plano aéreo sobre la travesía antigua y la variante, solo que en este particular caso, la variante es más interesante de ver puesto que la travesía se cerró al tráfico allá por 1961, por lo que lo importante se centra en lo "nuevo", que ya tiene sus años:




De todas formas, he aquí la travesía.




Y en lo "nuevo", este pequeño puesto de la Cruz Roja:




Y estas 2 gasolineras que en su día han sido lo máximo, ahora solo funciona una:




Un poco más adelante, está este hostal, típico de los años 70:




Y en la otra travesía, este restaurante:





Aquí empieza lo bueno: grandes tramos de montaña con curvas antiguas, en su estado original...




Y en medio de la nada, una nueva gasolinera abandonada que yo creo que ya constituye el récord de gasolineras abandonadas en una carretera:




Aquí tenéis diversos tramos abandonados de esta zona; el más espectacular, el de la derecha:




Google Street View no nos da imágenes de los tramos, pero por esta instantánea hecha en la desembocadura del tramo de la derecha, nos imaginamos el resto; no parece una nacional:




Ese mismo tramo fue sustituido en 1975 por esta larga pendiente:




Poco después llegamos a Herrera de Pisuerga, donde la bienvenida es este antiguo puente de piedra:




Con sus vallas protectoras originales de mallas:



Al igual que en Osorno, aquí hubo una travesía, pero su temprano cierre en los años 60 hizo que lo más famoso sea la variante:




He aquí la travesía con su restaurante-pensión típico antiguo:



Ya hemos salido de Herrera de Pisuerga y recorrido 8 kilómetros, hasta Alar del Rey, donde encontramos unos antiguos vestigios, empezando por este cartel de kilometrajes que se puede comparar con los modernos:



Estos, a la salida, en mejor estado:



Y aquí, esta antigua publicidad pintada que por el trazado de la carretera en el plano nos indica su antigüedad, y el bar que anuncia es efectivamente antiguo, pero por su fama se conserva abierto:



Y a pocos metros aparece esta gasolinera, muy importante en su época, y (afortunadamente) abierta:



Luego nos encontramos alguna cosa más, como esta señal:




Tres épocas desarrolladas en 100 años de historia y en solo una foto: la autovía (por donde va el camión), la nacional principal (en medio), y la nacional antigua que ahora hace las veces de área de servicio (por donde vamos):



Y en el centro de la actual vía de servicio nos encontramos este hostal, ahora abandonado y vandalizado:



Aquí observamos una nueva curva abandonada:




Y aquí, lo que fue una pequeña gasolinera abocada al fracaso, que al aprovechar su estratégica situación frente a la autovía, se ha triplicado en tamaño, siendo la mas importante de la ruta:



Podemos observar en la imagen como era la carretera y la modificación de trazado que ha sufrido por la autovía:




Ahí se ve más claramente en vivo:




Y el superviviente hito kilométrico 106:



Acceso a Aguilar de Campoo por la travesía antigua o por la variante, nos metemos en el pueblo:



Así era una travesía hace 50 años (detalle del pequeño surtidor):




Y de nuevo, en plena travesía, un hito kilométrico más (km 108):



Justo es salir del pueblo y...



Nos unimos con la carretera principal.



Tras esto proseguimos, ya acercándonos al hasta hace poco temible puerto del Pozazal:



Y conforme nos acercamos al norte, empiezan a aparecer más hitos kilométricos:




Incluso varios consecutivos:




También, según entramos más al norte, la calidad de la carretera baja bestialmente, y es que la A-67 empezó a construirse en Santander en 1985 y terminó en Palencia en 2010 (excluyendo el puerto del Pozazal que tuvo que saltarse durante muchos años para conseguir una solución que no se encontraba). Por lo tanto, en Santander y alrededores, la N-611 quedó anclada en 1985; en Pozazal, está adaptada a 2010 puesto que tuvo más años de servicio, luego hasta Aguilar de Campoo vuelve a anclarse en 1985 y, mientras te acercas a Palencia, más ancha y asfaltada es, pues tuvo tráfico hasta hace apenas 3 años.



Aquí empieza Pozazal, en donde como veis aumenta la calidad, y un tramo abandonado, pero que no es de N-611 sino que era una unión provisional con la autovía cuando esta estaba en obras:



Encontrarse señales de altitud de nieve de hormigón es algo muy escaso por su antigüedad y porque no cumplen las normativas de señalización, y las mandaron quitar (como los hitos kilométricos, las vallas de protección de mallas o cualquier otra señal de hormigón), pero sin embargo, en este puerto hay a pares, que aunque ya no sirven al existir las modernas, han sido respetadas y actualizadas con adhesivo reflectante:



Al rato nos encontramos una gasolinera, que como ya es típico por aquí, está abandonada:



Y apenas pasados 2 kilómetros nos encontramos una nueva señal, ¿estará también abandonada? Se admiten apuestas:




Esta otra señal tan antigua nos hace parecer ver que la gasolinera tendrá ya sus años, pero sin embargo, aquí no habla de gasolineras:



Llegamos al pueblo y esto es lo que la señal marcaba: el mesón sigue abierto, y la cafetería... pues no.




Y claro es que la gasolinera no debía estar aquí, en realidad estaban más adelante, una abierta...



...pero la otra ya no tanto... 



Y al entrar en puerto, empiezan a aparecer largos tramos abandonados:



Observad cómo la antigua carretera tenía tantas curvas y cuán fácil ha sido resolverlo en la actualidad, es un claro reflejo de los avances de los últimos años:


Y pasado esto, a muy poca distancia, aparece en mitad de la nada este pequeño bar restaurante con un aspecto ya antiguo, abandonado:



Las autovías, por su trazado, normalmente "fastidian" a las nacionales, y aquí, debido al poco espacio y exceso de carreteras, la N-611 desaparece durante un pequeño tramo de apenas 150 metros, que permanece intacto y perfectamente señalizado:


Ya de nuevo en la nacional, observamos pequeñas correcciones en el trazado y también empezamos a ver que el puerto empieza:


Poco después, en una pequeña travesía aparece este restaurante antiguo, también abandonado:


Y después de mucho tiempo sin travesías debido a la urbanización dispersa típica del norte, nos encontramos con un pueblo "de travesía y variante":


Así esta ahora la travesía:


Nos incorporamos a la carretera principal:


Este pequeño restaurante estaba abocado al abandono al igual que el otro que hemos visto antes; sin embargo, a pesar de haber quedado totalmente dentro del antiguo puerto, su buena fama y difusión le ha dado una nueva vida:


Y ya mas cerca de Torrelavega, nos encontramos esta gasolinera que ha quedado dentro de un tramo abandonado, y que en esas condiciones no sabemos cómo sobrevive, aunque nos hacemos una idea al ver su proximidad y buen acceso con la autovía:


Aquí se ve un pequeño intento de autovía simple, cosa extraña y sin mucho sentido, la verdad:


Y prosiguiendo el camino, vemos esta gasolinera que con solo echar un vistazo ya observamos que su edad probablemente ascienda de los 40 años:


Y terminado Pozazal, como os dije antes, empieza ya la calidad anclada en 1985...


Por la carretera continuamos hasta un nuevo pueblo, con sus bares de carretera:


Y a 2 kilómetros aparece esta gasolinera a la que basta un simple vistazo para dar por evidente su edad:


Echábamos en falta verdaderas travesías. Aquí tenemos una de ellas que, por lo dicho antes de que en esta zona la A-67 lleva trabajando desde 1985, no llegó a tener nunca variante:


Y al salir del pueblo, una nueva gasolinera que también tiene ya sus años y que sigue abierta:


Y finalmente, en Santander capital, tras 208 kilómetros de recorrido (aproximadamente), la N-611 se termina aquí, en esa rotonda que anuncian los carteles al fondo de la imagen:


UNA INCREÍBLE AVENTURA EN LA ITV (Inspección Técnica de Vehículos).

$
0
0


Cuando eres poseedor de un vehículo antiguo, sin que llegue a ser todavía un clásico, para tu desgracia, ya estás sumamente resignado al trámite bianual de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV). Para muchas personas, y en especial para algunas mujeres conductoras, el momento de llevar su automóvil a esta revisión oficial obligatoria supone una especie de trauma insuperable o cuando menos la certeza de ir a pasar un mal rato que podría ser evitable. Sobre todo colocar el coche sobre el foso para la inspección de los bajos es lo que mayor pavor les produce a las féminas, temerosas de no situar bien las ruedas en los carriles de la plataforma y precipitarse al abismo. Naturalmente es demasiado improbable que esto llegue a ocurrir nunca, pues los propios operarios de la estación de la ITV son los primeros interesados en que tal cosa no suceda, pero el miedo escénico permanece en el subconsciente de algunas señoras.  Para evitar ésta, y otras molestias derivadas, siempre se puede recurrir a empresas especializadas que se encargan de recoger el vehículo a la puerta de tu domicilio, llevarlo a pasar la ITV y devolvértelo tan pronto como ha finalizado la gestión, previo pago de una cantidad más o menos módica que mucha gente -mujeres y hombres- paga encantada con tal de evitarse el viaje hasta un más que probablemente lejano polígono industrial, sitios estos en donde suelen ubicarse las estaciones prestadoras del servicio, al menos en las grandes ciudades.

En mi caso, como propietario de una vetusta motocicleta con quince años a sus espaldas, y sin haber sufrido nunca los terribles terrores que inspira la ITV a tantos conductores, siempre he acudido en persona a llevarla a cabo. Incluso en una ocasión he ido a pasar la ITV de la motocicleta de un amigo, que por motivos laborales no podía realizar él. 

Nunca he tenido incidencias destacables, hasta el pasado 19 de Agosto (la validez de la ITV me caducaba el 20), cuando bajé al garaje antes de partir hasta el lejano polígono industrial pertinente, arranqué la moto y me puse a hacer algunas comprobaciones elementales que en otras circunstancias jamás habría hecho: cláxon y funcionamiento del alumbrado, largas, ráfagas y luces de freno, básicamente. Ni siquiera me acordé esta vez de verificar la luz de la placa de matrícula, que en una ocasión me supuso una infracción leve en la revisión, pues no funcionaba. Pero esta vez el problema era más serio, porque lo que había dejado de funcionar, sin previo aviso, y a saber desde cuándo, era la luz de freno delantero. Simplemente, al apretar la maneta derecha, que es la que corresponde al freno delantero en las motos, la lámpara indicada no lucía. Con esta deficiencia, desde luego, no pasas la ITV a la primera en ningún caso, lo que te obliga a volver a una segunda revisión ya con la incidencia solucionada.

Sin embargo, como disponía de tiempo de sobra aunque tuviese luego que comer a las cinco de la tarde, se me ocurrió la idea oportuna de acercarme por mi taller habitual, de donde, por cierto, había retirado la moto sólo unas semanas antes después de una costosa revisión y reemplazo de algunos elementos (kit de transimisión, rodamientos de la dirección, bujías, aceites, filtros...) por un importe superior a los 800 €. Me aseguraron que no cerraban en Agosto, pero me engañaron, porque cuando llegué al taller lo encontré cerrado a cal y canto. 

Así las cosas, tenía, pues, dos opciones: volver al garaje y olvidarme de la ITV hasta una ocasión más favorable, o al menos hacer acto de presencia en la estación correspondiente para soslayar el hecho de que al día siguiente vencía su período de validez. Opté por lo segundo y me lancé a la carretera dispuesto a cubrir la veintena larga de kilómetros que me separaban del lugar habitual en donde realizo desde hace años estas revisiones obligatorias. Sabía de antemano que me iba a perder, pues jamás había conseguido dar con la estación a la primera, tan enrevesado era el camino y tan escasa la información para llegar hasta ella. Pero esta vez, además, aunque permanecía en el mismo municipio, había cambiado de ubicación, de modo que ya daba por hecho resignadamente que me iba a perder de forma apoteósica.


Mis oscuros presagios se cumplieron y me perdí. Y apoteósicamente, además, porque sin poder remediarlo mi atolondrado deambular por las calles del extenso municipio me devolvió de nuevo a la autovía y en dirección contraria al destino que buscaba, sin poder encontrar un cambio de sentido en decenas de kilómetros. Conseguí dar la vuelta al cabo de largo rato y regresar al punto de partida sudando a chorros por dentro del casco y maldiciendo cada piedra del camino. Anduve perdido todavía mucho tiempo hasta que, casualmente, encontré un cartel que indicaba a la ITV. No estaba en un polígono industrial, sino en mitad de la nada, en lo alto de un cerro desértico castigado por el sol de Agosto de manera inclemente. Una larga avenida con mediana y con aceras acababa de ser construida en medio del campo para dar acceso al establecimiento. No había un árbol, ni una sola sombra de naturaleza vegetal o artificial en varios kilómetros a la redonda, y con cerca de 40 grados centígrados a las dos de la tarde, ya sólo por el hecho de conseguir llegar hasta allí, superases o no la ITV después, deberían darte un premio o al menos otorgarte una mención honorífica. Un hangar de reparación de platillos volantes en la superficie del planeta Marte no habría ofrecido un aspecto muy diferente al que presentaba este lugar infausto. 




Pero no, nadie te iba a premiar por tu proeza, sino todo lo contrario, porque la primera fase del trámite consiste en hacerte aflojar 37 € de la cartera previa presentación de la tarjeta de inspección técnica y del permiso de circulación de tu vehículo. Bueno, qué caramba, esta gente hace su trabajo y también tiene que comer, es lo que piensas mientras tramita tus papeles una chica con cara de pocos amigos, enclaustrada en una minúscula cabina prefabricada que seguramente carece de aire acondicionado en verano y de calefacción en invierno, lo que unido a un más que probable salario inframileurista justifica sin duda su sombrío semblante y su escasa vocación profesional de atención al público.




Arranco de nuevo y accedo a la plataforma exterior de las instalaciones con la esperanza de poder encontrar una máquina de agua fría para mitigar la sed y tomarme un respiro mientras me fumo un cigarrillo después de mi larga odisea por el desierto. Pero esto tampoco va a ser posible, porque un operario me sale al encuentro de inmediato y me invita amablemente a acceder al interior del hangar. Que no me quite el casco si no quiero, me dice, a lo que le respondo que me lo voy a quitar enseguida, y no tanto para que me vea la cara desencajada de pocos amigos, similar a la de su compañera de la entrada, como para evitar una hipertermia severa. El sudor me cae a chorros desde la cabeza hasta las rodillas dejando un rastro húmedo en la camiseta y en los pantalones. Me seco la frente como puedo con el pañuelo de cuello y escucho en boca de mi anfitrión la frase sensata que cabe esperar en estos casos: en verano se pasa mucho calor en la moto.

Por lo menos este sabe de lo que habla. Tendrá unos treinta y tantos años y probablemente sea motero. La mayoría de la gente, en su inmensa ignorancia, piensa todo lo contrario, algo tópico y típico (y rigurosamente falso): que en verano en moto se va muy fresquito. Fresquito se va en el interior de un coche, en pantalón corto y en camiseta con el aire acondicionado a pleno rendimiento. En una moto, forrado de ropa desde la cabeza hasta los pies, recibiendo en el cuerpo el calor abrasador de la atmósfera, el desprendido del asfalto y el generado por el propio motor, la temperatura de tu organismo puede dispararse hasta valores cercanos a los de la fiebre. Sirva de ejemplo el hecho de que en un largo viaje estival en moto, con temperatura ambiente en torno a los 30 grados centígrados, la evaporación de líquidos del cuerpo (deshidratación) es tan elevada que no necesitas orinar durante horas, incluso aunque ingieras bebidas abundantes y frecuentes (lo que por otra parte es absolutamente necesario en estas circunstancias).

Pero volvamos a la increíble aventura de la ITV. Despojado del casco, lo guardo en la funda de tela que he traido para este propósito y me lo cuelgo cruzado sobre la espalda. He decidido bajarme de la moto mientras el operario comprueba concienzudamente el número de bastidor y hace constantes anotaciones en los papeles que lleva consigo. Después me indica que me suba, que vamos a probar las luces. Posición, cruce, largas, ráfagas, intermitentes delanteros y cláxon. Hasta aquí todo va bien. Pero de inmediato le llama la atención una cosa: ¿y esto qué es?  Se refiere a una pieza metálica tubular que sobresale unos pocos centímetros de la parte delantera izquierda del carenado. Es un soporte para la cámara de video, le explico. Pero no le gusta mi explicación, y me amonesta: la próxima vez que vengas quítalo, porque aunque no sobresale mucho del carenado, sobresale lo suficiente como para ser considerado ilegal y peligroso, puesto que puede causar daños. Respiro profundamente antes de contestar: en la ITV anterior de hace dos años, nadie me dijo nada. Y era cierto. Pero este argumento tampoco parece convencerle: bueno, pero tú, por si acaso, la próxima vez lo quitas. 




Por supuesto que lo quitaré, faltaría más. Vamos a comprobar ahora las luces traseras, me dice el operario colocándose a mi espalda. La del freno delantero no funciona, lo acabo de mirar en el garaje, le informo, curándome en salud, y desde ese preciso instante ya soy consciente de que no voy a superar la ITV y tendré que regresar en unos días. A lo mejor se ha soltado algún cable o una clema, es cosa de echarle un vistazo, dice él. Y le echa un vistazo al cableado alrededor de la maneta de freno delantera. Efectivamente, se ha soltado una clema, o bien es que los del taller se olvidaron de colocarla en su sitio cuando la moto pasó su última revisión. Sea como fuere, lo cierto es que la luz de freno delantera vuelve a lucir después de que este operario, hurgando con pericia con los dedos en un espacio incómodo y muy reducido, consiga colocarla en su posición. Sinceramente, a mi jamás se me habría ocurrido andar trasteando en esa clema, y por lo tanto nunca le estaré lo bastante agradecido. Un buen tipo y un verdadero profesional -y seguramente motero, como ya he dicho- que me concede un nuevo margen para superar la ITV en donde probablemente otro, sin tomarse la más mínima molestia, ya la habría echado por tierra. Pero aún hay más:

Ahora déjame que coja yo la moto para pasarle la prueba de frenos, me dice el operario. Esto es una novedad que desconocía. Hasta entonces, era el propio usuario el que pasaba la prueba de los rodillos de freno subido en su moto. Es una prueba bastante delicada, porque los rodillos giran con fuerza y la moto culea y tiende a tumbarse mientras la mantienes en precario equilibrio apretando los frenos con los pies en el suelo, y no es descabellado suponer que más de un motero se habrá caído en esta operación. Un amigo mío corto de estatura, que llega de puntillas al suelo subido en su moto, le tenía verdadero pánico a la prueba de los frenos, y siempre advertía a los de la ITV que si se caía, la responsabilidad de posibles daños físicos y materiales corría por cuenta de ellos. Nunca se cayó, pero el mal rato no se lo quitaba nadie. Ahora ese problema ya no lo tendrá, por lo menos en esta estación de la ITV. Sin embargo, esta es una cuestión que admite una segunda lectura, y es hasta qué punto tienes obligación de dejar tu moto en manos de otra persona, por muy experimentada que sea, si no lo deseas. Yo desde luego no puse ninguna objección -como tampoco la puse con la prueba de humos y decibelios, en donde hay que acelerar en vacío a muchas vueltas-, cosa que a la mayoría de los motoristas no nos gusta que hagan con nuestra moto, y ambas operaciones las llevó a cabo el operario sin mi intervención.


Pero hay un nuevo problema del que me advierte el empleado de la ITV cuando se baja de la moto: el manillar está muy caído, tanto que te pillas los dedos contra el depósito al girar del todo la dirección. De hecho, el propio depósito está un poco marcado al contacto con las piñas de mandos. No salgo de mi asombro. Hace pocas semanas que he sacado la moto del taller después de una onerosa reparación que ha incluído el cambio de los rodamientos de la dirección. Sí es cierto que desde entonces he notado el manillar con un tacto diferente al acostumbrado, pero no he llegado a darle demasiada importancia. Sin embargo, esto ya es más grave. ¿Será posible que los mecánicos no hayan apretado correctamente los tornillos de la tija del manillar?

Pues efectivamente, el apriete no ha sido el correcto, de tal manera que cuando me vuelvo a subir en la moto, casi sin mucho esfuerzo veo que es posible desplazar el manillar sobre la tija: los tornillos allen están flojos. Y tanto, que circulando en carretera puedes tener un grave accidente por este motivo. El amable operario me advierte de tal peligro que ya supongo sin demostrar demasiado asombro ante la anomalía, y se ofrece para venir enseguida con una llave y apretarlos. Para entonces ya he superado la ITV con éxito pese a tantas y tan increíbles aventuras, y salgo al exterior del hangar, una explanada desierta abrasada por el sol. Tengo mucha sed y el sudor me vuelve a correr a chorros por el cuerpo, pero ya he descartado toda esperanza de encontrar una fuente de agua fría o una máquina de refrescos y una sombra en la que resguardarme. Enciendo un cigarrillo por fin, para relajarme. No puedo dejar de pensar en el mal oficio y en la imprudencia de los mecánicos de mi taller habitual dejando el manillar de la moto en esas condiciones. Y tal vez la clema suelta de la luz de freno delantera también sea achacable a su desidia o a su descuido. Hasta ahora siempre los había tenido por buenos y eficientes profesionales. Pero la crisis, la maldita crisis que no cesa, lo está destruyendo todo, convirtiendo el bien en mal, y el mal en mal absoluto sin remisión posible. Tal vez me acerque al taller un día de estos, en cuanto abran, a quejarme de su deficiente servicio cobrado a precio de oro. Supondrá discutir con ellos, naturalmente, porque ni los dueños, ni los jefes, ni los mecánicos de los talleres de motos suelen dar nunca su brazo a torcer ni admitir que pueden haberse equivocado. La moto salió perfectamente de aquí, dirán. Se comprobaron las luces y todas funcionaban. La tija del manillar se apretó correctamente, si no la has forzado tú después, no tendría porqué moverse. Es como si ya supiera lo que me van a contar.

Aparece enseguida ese buen tipo empleado de la ITV con una llave allen. Retira las protecciones de plástico y empieza a apretar los tornillos de la tija una vez que he colocado el manillar a mi gusto, y he de reconocer que lo he dejado un poco más alto de lo habitual, pero no me desagrada. Me presta la llave para que acabe de apretarlos yo mientras se marcha a la oficina para terminar de gestionar mis papeles. Los aprieto fuerte, sí, pero no me atrevo a apretarlos demasiado, por miedo a pasar la rosca. Quiero creer que esta operación, como otras muchas en las motos, lleva un par de apriete concreto y exacto, determinado por el fabricante, que ha de llevarse a cabo mediante una llave dinamométrica calibrada. Apretar a pulso y a ciegas conlleva el riesgo inevitable de que te equivoques por exceso o por defecto. ¿Y quién lo sabe?

Le devuelvo la llave al operario salvador con efusivo agradecimiento por todas las deferencias que me ha dispensado, y entro en la oficina. Los administrativos resultan también amables y cordiales. Buena gente. Retiro la documentación y la pegatina reglamentaria de la ITV con validez hasta el mes de Agosto de 2016. Vuelvo a la explanada, al sol abrasador e inclemente. Son las dos y media de la tarde. Tengo por lo menos media hora de camino hasta casa por la autovía y notables probabilidades de llegar deshidratado. Antes de arrancar la moto observo que la pegatina viene con un defecto de fabricación, o tal vez de diseño: el adhesivo, que debería llevarlo en el anverso para poder ser colocada de manera visible desde el exterior dentro del parabrisas de un coche o de la cúpula de una moto, lo lleva en el reverso, como una pegatina convencional. Bueno, pienso, después de todo, nadie es perfecto.


  




LUNES ARDIENTE EN LA CARRETERA. 1ª Parte. Minglanilla-Alcalá del Júcar

$
0
0




La implacable ruta de la sed
1ª Parte. Minglanilla-Alcalá del Júcar



      A menudo lo mejor es improvisar, tomar decisiones sobre la marcha, elegir los caminos según se vayan presentando las alternativas. Estoy hablando de un viaje por carretera, no de la vida. Las metáforas quizá las deje para más adelante, si surgen, como surgen las alternativas. De momento voy rodando por la autovía A-3 tratando de escapar de Madrid hacia el Mediterráneo. Puede ser un viaje de rutina de poco menos de quinientos kilómetros y poco más de cuatro horas, o puede ser lo que yo quiera, incluso un viaje de poco más de quinientos kilómetros y poco menos de ocho horas. Puedo atravesar sólo cuatro provincias, o atravesar incluso cinco, si lo deseo. Atravesar más de cinco ya supondría dar un largo rodeo que dispararía excesivamente la distancia y el tiempo de viaje, y tampoco se trata de esto, aunque acabe de inaugurar mis vacaciones. Me esperan al otro lado del mapa y no comprenderían una excesiva demora por mi parte.



Estoy improvisando tanto, que ni siquiera he mostrado interés en llenar el depósito de combustible de la moto antes de partir. En consecuencia, la luz naranja del testigo de la reserva se enciende apenas superada la primera veintena de kilómetros del trayecto. Me desvío en la primera gasolinera que me sale al paso y cargo el tanque de gasolina sin plomo de 95 octanos casi hasta rebosar. Más de 20 litros y cerca de 30 euros, o 30 euros exactos por aquello de redondear la cifra y evitar monedas de vuelta, que ahora ni lo recuerdo, ni quiero recordarlo. Me retiro de los surtidores y me dedico a fumar un momento ensimismado, meditando acerca de lo que quiero hacer exactamente en este viaje. Es el mediodía del 1 de Septiembre de 2014, Lunes.  El verano de este año ha sido hasta la fecha irregular y discontinuo, y amenaza con manifestarse en toda su tórrida crudeza durante el mes de Septiembre. El mes comienza fuerte, desde luego, y el calor aprieta sin clemencia. La indumentaria de motorista, como de costumbre, no hace sino agravar la situación térmica. La chaqueta de Gore-Tex, los pantalones de cuero, las botas cortas, el pañuelo de cuello y el casco son de color negro, y absorben maravillosamente bien la radiación solar, forzando al cuerpo a romper a sudar de inmediato, transmitiéndote una permanente y desagradable sensación de asfixia que ya no cesará hasta que llegues a destino y puedas reconciliarte con el mundo bajo el chorro helado de una ducha.
 

Regreso a la autovía. He decidido continuar por la A-3 hasta Honrubia, en donde me desviaré, como suele ser habitual, por la primitiva N-III. Una vez en Minglanilla ya pensaré si viro hacia el sur por carreteras comarcales en dirección Almansa o continúo camino hasta Valencia. Mi decisión dependerá del calor, de la hora y del estado de ánimo. Quizá tenga que detenerme a comer, quizá no, y pueda mantenerme activo durante centenares de kilómetros con alguna bebida isotónica y un par de galletas energéticas que llevo entre el escueto equipaje. Muchas veces ha sucedido así, me he alimentado durante horas sólo a base de recorrer distancias, como si el viaje en sí me aportase todo el sustento vital necesario. Pero por el momento, los 166 kilómetros de autovía entre Madrid y Honrubia son insufribles debido al calor y al intenso tránsito de salida de vacaciones. No olvidemos que Septiembre sigue siendo un mes de vacaciones estivales para muchas personas, aunque no genere el mismo volumen de desplazamientos de los meses de Julio y Agosto.



 

Hacia la una y media de la tarde llego al desvío de Honrubia, tomo la N-III, y me dejo acoger amistosamente por la vieja carretera a lo largo de los 68 kilómetros que me separan de Minglanilla. Con la visera del casco completamente levantada, a punta de gas, suavemente, como meciéndome a través de las curvas y de las ondulaciones del terreno, voy dando cuenta demorada de un trayecto que podría recorrer hasta con los ojos cerrados. En los alrededores del embalse de Alarcón el sofocante calor estival se mitiga en contacto con la abundante vegetación y el agua remansada. Pero el alivio es efímero, y al regresar a las inmensas rectas que llevan hasta Motilla del Palancar y Minglanilla, el verano extremo de estas comarcas manchegas vuelve a manifestarse en todo su esplendor sofocante. A las dos de la tarde asoma la extensa silueta del casco urbano de Minglanilla en el horizonte. Es el momento obligado de tomar una decisión: seguir hacia el este o virar hacia el sur. 








Casas Ibáñez 40. Carretera autonómica CM-3201. Instintivamente he tomado la derrota del sur para volver a recorrer unos ásperos territorios por los que transité en el pasado. La carretera ha sido mejorada muy ligeramente, pero los territorios siguen siendo tan desolados como cuando los recorrí por última vez, en unas condiciones atmosféricas muy diferentes a las de hoy, pero no menos desagradables, con lluvia, con viento y con frío extremo. Esta es la ruta de enlace entre la N-III y la antigua N-430, actual autovía A-31, y cruza de norte a sur la vasta franja oriental de la inmensa provincia de Albacete, la novena más extensa de España. El sol de las primeras horas de la tarde cae a plomo sobre las resecas llanuras apenas jalonadas por pequeños y dispersos pueblos que pasan inadvertidos al viajero, deslumbrado por la intensa luz estival. El límite de provincias entre Cuenca y Albacete, en las proximidades de Villamalea, señalado con un escueto cartel, también me hubiera pasado completamente desapercibido, de no ser porque lo andaba buscando, y lo encontré. De aquí a Casas Ibáñez todavía 16 kilómetros interminables que bien podrían pasar por 50 ó 60. Cuando llego por fin a esta importante población albaceteña, en el cruce con la N-322, me asalta por primera vez en el viaje la tentación de pararme a comer en condiciones, esto es, quizá en la terraza de algún restaurante de carretera para degustar unas excelentes chuletas de cordero a la brasa, tan típicas de la zona. Para entonces llevo ya recorridos alrededor de 260 kilómetros sin parar, la moto va a pedir gasolina muy pronto, la temperatura ambiente supera seguramente los 35 grados centígrados y yo empiezo a experimentar los primeros síntomas de la deshidratación, uno de los cuales, y de los más peligrosos cuando vas conduciendo, es el de la vista nublada.
 


 


Entro pues en el casco urbano de Casas Ibáñez y completamente desorientado consigo desembocar en un frondoso parque con un bar y un quiosco de helados. Los paisanos que toman el aperitivo sentados en las terrazas de ambos establecimientos alzan los ojos para observarme con curiosidad cuando aparco la moto en sus proximidades y empiezo a despojarme de mi pesada indumentaria, que seguramente me asemeja más a un astronauta que a un simple y cotidiano viajero terrestre que recorre la provincia. Supone todo un alivio desprenderse del casco, de los guantes -trabajosamente, porque tengo las manos sudadas y se resisten a salir-, del pañuelo de cuello y de la agobiante chaqueta de Gore-Tex, que no fue diseñada en absoluto para recorrer estas latitudes en verano. Respiro profundamente y enciendo un cigarrillo, y después otro, y quizá un tercero antes de hacer otra cosa, pues las ganas de fumar, después de casi tres horas consecutivas de viaje, son insoportables incluso por encima de la necesidad apremiante de comer o de beber. Veo un extraño automóvil marca Spartan con matrícula histórica aparcado junto a mi moto. Realmente no parece muy antiguo, ni muy histórico, pero esto es lo que hay, y le saco una foto con el teléfono móvil, que de inmediato envío por whatsApp al grupo EN LA CARRETERA, homónimo de este blog y de la página de Facebook, en donde los otros dos miembros del equipo, Antonio Teruel y Escorpio10, van a ir subiendo más o menos en directo las imágenes que les vaya enviando de mi viaje, según habíamos convenido el día anterior. Y a las 14´25 horas tiene lugar la siguiente conversación (extractada) escrita entre nosotros:



-Route1963: Casas Ibáñez, en directo.
-Antonio Teruel: Vaya, nos enviamos fotos a la vez.  (Él acaba de subir una fotografía de la portada del diario Levante de Valencia en la que se lee que el segundo tablero del viaducto de la A-3, en Contreras, también deberá repararse).
-Route1963: Pero yo estoy en ruta!  
-Antonio Teruel: Qué coche histórico más chulo.   
-Route1963: Mando fotos para que Escorpio las suba a la página en vivo. Ahora tiraré para Alcalá del Júcar.
-Antonio Teruel: Por Jorquera o directo?
-Route1963: Directo. Luego tiro para Jorquera.
-Antonio Teruel: Entonces darás más vuelta. Cómo volverás desde allí hacia Almansa?
-Route1963: Pero hace un calor criminal. Jorquera-Casas de Juan Núñez-Alpera-Almansa.
-Escorpio10: Dónde está ese coche histórico?
-Antonio Teruel: (…) Yo lo haría al revés, primero a Jorquera y de allí a Alcalá. Uff, qué vuelta.
-Route1963: El coche está en Casas Ibáñez, Escorpio. Un paseo.
-Escorpio10: Vale, lo habías puesto antes y no lo vi.
-Route1963: Tranqui.
-Escorpio10: Si subes a Jorquera y un pelín más arriba, encontrarás hitos y señales antiguas con cajetines amarillos impertérritos y todo.
-Antonio Teruel: De Casas de Juan Núñez a Higueruela, y de ahí a Alpera… Así tocas menos A-31. Aunque MENUDA VUELTAAAAA.
-Escorpio10: Ey, que lo que importa es el viaje, es el fin en sí mismo. En un rato publico el coche.
-Route1963: Os sigo informando, socios.
-Escorpio10: Ok.

  

Compro una botella de litro y medio de agua helada en el quiosco. Pregunto por la gasolinera más cercana de camino a Alcalá del Júcar y me informan amablemente de que hay una en Las Eras, casi llegando a esta localidad turística. Me bebo media botella de agua de un trago, guardo el resto en la maleta trasera o top-case, en el argot, y reanudo la marcha. Son las tres menos diez de la tarde. Ahora comienza de verdad lo interesante de mi improvisada e implacable ruta de la sed. Las chuletas de cordero a la brasa pueden esperar. O tal vez en Alcalá del Júcar, media hora más tarde, sea llegado el momento. O nunca. El agua y el tabaco me han saciado bastante. Soy un tipo duro, un viejo lobo solitario de la carretera curtido en mil y una batallas mucho peores que esta. Aunque cuando alcanzo de nuevo el cruce de la N-322, Albacete a la izquierda, Requena a la derecha, bajo un sol despiadado, me vuelven a asaltar de nuevo todos los terrores posibles e imposibles. Desprende fuego el asfalto de la carretera nacional y el motor cansado de mi vieja Honda Varadero del 99 arroja, a su vez, ardientes turbonadas ascendentes que me queman las piernas, los brazos, las manos y la cabeza. La aguja blanca del reloj de la temperatura se ha disparado hacia la derecha, muy cerca de la escala roja de peligro, y el ventilador ruge endemoniadamente tratando de disipar en vano este calor apocalíptico. Si en verdad existe el infierno, los condenados al suplicio eterno deben experimentar sensaciones muy similares a las que padezco yo en estos momentos. Incapacitado para orientarme correctamente, no puedo por menos que equivocar el camino dos veces, pero rectifico a tiempo y enderezo el rumbo. Podía haber sido peor: apenas si he perdido cinco minutos.





Me encuentro de nuevo en la CM-3201, camino de Alcalá del Júcar, como tenía previsto. En mitad de la nada, en un cruce de carreteras vecinales que llevan a Zulema y Casas de Ves, aparece la gasolinera de Las Eras. En muchos mapas ni siquiera figura rotulado este lugar. Es como si no existiera. Vuelvo a llenar el depósito de combustible y hago una visita a los lavabos para aliviar la vejiga. Esto significa que aún no he sudado lo bastante, pues de lo contrario no necesitaría orinar. Y de hecho no volveré a hacerlo durante el resto del viaje, porque es a partir de aquí cuando voy a romper a sudar copiosamente hasta agotar todas mis reservas corporales y las de la botella, de agua ya recalentada, que guardo en la maleta trasera. 





A las tres y cinco de la tarde tomo tres fotografías de este lugar con el teléfono móvil y las envío de inmediato al grupo, con el siguiente mensaje: Las Eras (AB). Camino de Alcalá del Júcar. Pero no obtengo respuesta. Mis socios están comiendo, se han echado la siesta o han silenciado sus teléfonos móviles y se han desentendido momentáneamente de mi aventura. El reportaje en directo en la página de Facebook, como tal, no se está llevando a cabo de la forma que habíamos previsto la víspera, pero parte de la culpa es mía, por viajar a unas horas tan intempestivas en las que a nadie se le ocurriría ni asomarse a la calle, no digamos ya lanzarse a la carretera en el 1 de Septiembre más tórrido de la historia de España desde que existen registros meteorológicos. Lejos de contrariarme por estas adversidades, yo sigo a lo mío, y aún tengo muchas cosas que hacer. Estoy pasando más calor del que he acumulado en todos los días de mi vida juntos, pero no puede decirse que me esté aburriendo en absoluto, sino todo lo contrario. Ha llegado el momento de relegar las fotografías a un segundo plano y prepararse para grabar video en marcha desde la moto. Los parajes que voy a recorrer a continuación lo merecen, de modo que preparo el soporte de la cámara, la propia cámara de video y su mando a distancia, que a veces funciona correctamente y a veces, la mayoría de ellas, falla con estrépito. Yo mismo me sorprendo de la ensimismada laboriosidad con que me ocupo de estas tareas técnicas, sometido a una temperatura cercana a los cuarenta grados centígrados, sudando a mares, deslumbrado por una luz solar insoportable en mitad de estos páramos salvajes, acuciado por una sed insaciable que a duras penas consigo atenuar mediante largos sorbos de la botella de agua ya recalentada. Y sin embargo mi actividad es frenética, la lucidez de mi cabeza ejemplar y la estabilidad de mi cuerpo asombrosa en unas condiciones ambientales tan hostiles. 

 

Pero lo mejor de todo es que puedo seguir conduciendo y tengo combustible para hacerlo por lo menos durante otros 300 kilómetros por estas carreteras lentas y demoradas de mi particular ruta de la sed. El paisaje va a cambiar enseguida, provocando una ruptura geográfica inesperada en la inmensa llanura manchega. El río Júcar abre un vasto y abrupto cañón en su curso que obliga a la carretera a precipitarse hacia el abismo de su ribera. Se suceden las curvas y revueltas inverosímiles en pronunciada pendiente que llevan hasta Alcalá del Júcar, tres kilómetros más abajo, un pueblo hermoso y singular como pocos. Hacía algunos años que no volvía por aquí, a este lugar desconcertante y contradictorio en donde puedes degustar las mejores chuletas de cordero a la brasa del universo conocido y al mismo tiempo alojarte en el peor hostal del mundo, con las sábanas sucias, el mobiliario desvencijado y las ventanas rotas. En donde puedes guardar tu moto una noche de invierno en la pista de baile de una discoteca de verano cerrada, entre cajas de refrescos vacías y bafles llenos de telarañas, o subirte en un viejo tractor Barreiros abandonado junto a la carretera en plena travesía urbana. Un lugar desconcertante, contradictorio y extremo, en donde puedes congestionarte por el calor o entrar en una tiritona perpetua de frío y humedad dependiendo de la estación del año. Pero un lugar al que nunca te importa regresar, aunque sea un momento, de paso, de camino hacia otro sitio. Como ahora, porque aunque la tentación de detenerme a comer ha vuelto a asaltarme varias veces mientras cruzo parte del pueblo olfateando con deleite la carne a la brasa que crepita en las parrillas de leña al aire libre, finalmente he decidido continuar sin pausa con el itinerario previsto.



N-332. Límite de provincias Alicante-Valencia y hallazgos y curiosidades en Vergel y Ondara.

$
0
0


Una tarde de Junio tórrida en la provincia de Alicante, me aburría, me había quedado sin provisiones para la cena y era necesario bajar al súper más cercano para solventar la situación. Cogí la moto, llené la maleta trasera o top case de víveres no perecederos y decidí que era un crimen volver a meterse en casa sin dar una vuelta por las carreteras cercanas. No iba a ciegas, desde luego. Sabía dónde buscar, aunque al final encontré mucho más, y más interesante, de lo que esperaba en un principio.


Este hito lo llevaba viendo toda la vida, pero completamente mudo y descascarillado. Sin embargo, el otro día, me llevé la grata sorpresa de que había sido restaurado y pintado con la nueva denominación de la carretera. Meses después, gracias a las investigaciones de mis colaboradores, hemos conseguido averiguar la nomenclatura primitiva a la que correspondió. Se trataba de la A-P-1323, y se encuentra en Las Rotas (Denia). Es una carretera local muy corta que muere en el mar. Es curioso que los caracteres del cajetín estén pintados en negro, en lugar del blanco preceptivo de los hitos del Plan Peña, pero es que para que destaquen sobre el amarillo tiene que ser un blanco especial, muy intenso, y naturalmente a estas alturas de la Historia no se van a complicar la vida los responsables del asunto. Bastante es que se haya salvado el hito, porque el del km. 1 ya es metálico, y la carretera termina antes del km.3. Muy corta, como digo.


Por aquí había ya poco que hacer en cuanto a descubrimientos de vestigios carreteriles, así es que lo obligado era acercarse hasta la N-332, muy cerca, en el límite de provincias de Alicante y Valencia, una frontera que siempre me ha resultado excitante. Hasta hace poco tiempo en este límite existía un cruce muy peligroso hacia Denia y sus playas regulado por un stop. Pero ese cruce se cobró tantas vidas que decidieron suprimirlo sobreelevando la N-332 y estableciendo una rotonda debajo. Como consecuencia de ello quedó sin servicio un breve tramo de carretera de apenas 100 metros, aunque en realidad todavía da acceso a alguna finca colindante.





El río Racons, o Molinell, marca el límite entre las dos provincias. Hace años, entrando desde la de Valencia a la de Alicante se veía un cartel con una cita del escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez: Alicante, la casa de la primavera. Lamentablemente ese cartel ya no existe, porque este país se vuelve cada vez más prosaico.

Vista del tramo en sentido Alicante, con la silueta prominente del Montgó al fondo:


 Y desgraciadamente nos encontramos también con esto:


No sabemos si la víctima, al parecer de nacionalidad alemana, perdió la vida antes o después de la rectificación del peligroso cruce. Pero lo cierto es que sobrecoge seguir encontrando estas cosas en la carretera.

Regresamos al municipio de El Verger, primera localidad alicantina que encontramos en esta carretera viniendo de Valencia. La nacional ha sido circunvalada, pero el pueblo conserva milagrosamente tres hitos del Plan Peña en un aceptable estado de conservación y además correlativos. Corresponden a los primitivos kilómetros 174, 175 y 176 de la N-332, antes de que se variase su kilometraje, que ya quedaría reflejado en hitos metálicos.






Dos tomas del 175. Es curioso que ha existido movimiento de tierras en las cunetas y sin embargo el hito ha sobrevivido, afortunadamente. No es lo habitual, como tampoco es habitual que lo dejen degradarse sin más, perdiendo la pintura como consecuencia de los años y de la intemperie. Otros que todavía sobreviven en esta carretera han sido repintados, pero borrando la numeración kilométrica y dejando sólo el cajetín con el rótulo de N-332.




El 174. Este es quizá el que mejor se conserva, y además, al encontrarse en una amplia zona ajardinada y enterrada su base, pienso que tiene más probabilidades de sobrevivir definitivamente e incluso de ser restaurado de pintura, aunque le borren el punto kilométrico. Lo cual es una lástima, por otra parte, porque lo suyo sería respetar su estado original, caracteres incluidos, aunque no reflejen el kilometraje real de la carretera en la actualidad.

Seguí buscando más hitos correlativos, quizá el 173 y sucesivos en orden descendente, pero la travesía de El Verger a partir de este punto ya se encontraba completamente urbanizada, con aceras y edificios, y en estas circunstancias los viejos hitos tienen a desaparecer inexorablemente. Sin embargo, entre el hito 176 y el 174 todavía encontré cosas dignas de interés, como veremos a continuación.


Este coche (al parecer, un Rover) se quemó completamente en algún lugar no muy lejano y lo trajeron a este desguace que existe a la entrada de El Verger. Todavía no lo han llevado al interior del recinto del desguace, que es perfectamente visible desde la carretera y cuyo interior fotografié en alguna ocasión anterior. Para mí no tiene un interés excesivo, porque todos los vehículos que alberga son bastante modernos, o por lo menos demasiado contemporáneos. Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayoría de los desguaces a la intemperie han desaparecido, para convertirse en plantas de reciclado de chatarra completamente asépticas e invisibles desde el exterior, este de El Verger puede considerarse una excepción y una singularidad notable.

¿Y qué decir de este reclamo comercial que se encuentra un poco más adelante? Ocupa todo el arcén y casi invade la propia carretera. Completamente inadmisible. Sin embargo es una costumbre en esta zona que los anunciantes de negocios particulares invadan con su publicidad las vías públicas. Apenas un kilómetro más allá se ubica el cuartel de la Guardia Civil.


Otra costumbre muy frecuente en El Verger es que los tejados de casas y edificios exhiban vehículos de todo tipo, bien como reclamo comercial de sus actividades, en este caso un negocio de motos, o por puro misterio y abandono, como veremos más adelante.











Sin embargo, nada mejor que este reclamo de la tienda/taller a pie de carretera. Se trata de una Ural con sidecar muy aparente y vistosa. Una moto rusa que no puede competir con productos europeos occidentales y asiáticos mucho más evolucionados. Sólo con detectar los arcaicos frenos de tambor ya podemos hacernos una idea de las pretensiones de esta moto. No obstante, en la primera imagen, se puede observar un detalle gracioso: lleva un anagrama con la hoz y el martillo en la parte inferior trasera del sidecar. Vamos a recortar la fotografía para que se vea mejor:


Y volvemos a los tejados. Casi saliendo ya de El Verger, nos encontramos con este Seat 1400 convertido en un acordeón, que es imposible saber cómo ha llegado ahí arriba. Lo llevo viendo durante varios años y está claro que alguien lo ha tenido que subir al tejado de porque sí. Además, el local comercial no tiene nada que ver con actividad de automoción alguna, pues es, o era, de una empresa de elementos de riego o similar. Supongo que no existirá ninguna normativa municipal que te obligue a bajar del tejado de tu casa o negocio un pedazo de chatarra. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Y me parece bien. Pero por lo menos desconcertante no podemos negar que resulta.


Seguimos viaje por la N-332 en dirección Alicante, y la siguiente localidad que nos encontramos es la de Ondara. Sin ser demasiado exhaustivo en mi búsqueda de antiguos elementos y sin salirme del entorno de la carretera encuentro por lo menos dos vestigios muy interesantes. Este no lo conocía, el segundo sí.




Esta señal de prohibición de señales acústicas es toda una reliquia de otros tiempos. ¿Tendrá fecha de fabricación por detrás? Cuando me bajo de la moto para hacerle un par de fotografías e indagar en su reverso para encontrar una fecha, los peatones que transitan por la calle me miran alucinados como si se encontrasen ante un extraterrestre. Pero yo a lo mío, sin inmutarme. No encuentro ninguna fecha, y aparentemente no la tiene, aunque es difícil saberlo, porque puede encontrarse en la parte derecha más pegada a la pared. Pero no me atrevo a mover la placa ligeramente para salir de dudas, porque la gente a lo mejor se hubiera mosqueado.

Y por último, este cartel direccional que llevo viendo toda la vida en plena travesía de la N-332 por Ondara (es decir, medio siglo), que siempre quise fotografiar y que por fin lo conseguí esa tarde de mediados de Junio de 2014. Aunque mi deseo secreto es llevarme el cartel, por supuesto, cosa que se antoja demasiado complicada. El edificio está que se cae a pedazos, pero el cartel resiste y se encuentra a demasiada altura como para intentar acceder a él. Y además, ¿en dónde diablos tiene el anclaje a la pared? ¿Por detrás? ¿Pero cómo? Me quedaré con las ganas de averiguarlo. Como curiosidad chapucera de su colocación destacar que la punta de flecha sobresale sobre la arista del edificio. Pero ahí sobrevive, impertérrito, indicando un destino que sigue siendo correcto aunque ya no se utilice esa carretera (antigua C-3311) para llegar a Denia ni a sus playas.


CARRETERA N-301 (OCAÑA-CARTAGENA). De Ocaña a Albacete

$
0
0


En febrero de 2013, cuando el alcance que teníamos en nuestra página de Facebook apenas llegaba a los 60-70 seguidores, comenzamos a elaborar un reportaje sobre la carretera  N-301  (Ocaña-Cartagena), recuperando y mostrando todos los vestigios de otras épocas, lugares interesantes y demás curiosidades que pudiéramos encontrarnos en la ruta, a través de los ojos de la herramienta Google Street View. Aunque nos quedamos a mitad de la provincia de Cuenca; nunca se llegó a terminar.

Bien, ahora que a principios de septiembre de este año 2014 hemos superado la increíble cifra de 2000 seguidores en la página, decidimos recuperar este reportaje para la ocasión, entre otras celebraciones, y volvimos a recorrer virtualmente esta carretera. No solo rescatamos los antiguos posts que ya se publicaron entre febrero y mayo de 2013; además, continuamos el reportaje a partir de donde lo dejamos, tratando de llegar lo más lejos posible. Nuestro objetivo ha sido llegar hasta Albacete, que fue hasta donde lo estuvimos, no descartando en absoluto continuar y llegar hasta la misma Cartagena en un futuro, pero en principio, sería parte de otro reportaje diferente.

Entre los días 12 de septiembre y 6 de noviembre, fuimos publicando en nuestra página de Facebook dos posts diarios de forma ininterrumpida, a las 8:00 y 20:00, recorriendo la nacional. Ahora que ya hemos terminado nuestro reportaje en Facebook, hemos decidido reunir de nuevo todos los datos que hemos publicado estos meses, tanto los que ya teníamos como los que nos han ido aportando los seguidores, para crear este artículo: un reportaje con el que viajaremos por la nacional.

Pero antes, vamos a dar un poco de información general sobre esta carretera, para quien no la conozca. La N-301 es la carretera que une Ocaña con Cartagena a través de Albacete y Murcia. Discurre por cuatro provincias: Toledo, Cuenca, Albacete y Murcia, y mide un total de 448 kilómetros.

(Fuente: Wikipedia)

Las poblaciones que esta nacional atraviesa (o por las que pasa muy cerca) son, en este orden:

Provincia de Toledo:
  • OCAÑA
  • Villatobas
  • Corral de Almaguer
  • Quintanar de la Orden
Provincia de Cuenca:
  • Mota del Cuervo
  • Santa María de los Llanos
  • El Pedernoso
  • Las Pedroñeras
  • El Provencio
  • Casas de Roldán
Provincia de Albacete:
  • Minaya
  • La Roda
  • La Gineta
  • Albacete
  • Pozo Cañada
  • Tobarra
  • Hellín
  • Cancarix
Provincia de Murcia:
  • Cieza
  • Jumilla
  • Molina de Segura
  • Murcia
  • Garcerán
  • Albujón
  • Miranda
  • CARTAGENA

Actualmente, todos los tramos de la nacional han sido desdoblados o existe una autovía que presente una alternativa de trazado:
  • AP-36, entre Ocaña y La Roda. El trazado original se conserva.
  • A-31, entre La Roda y Albacete. La nacional ha sido desdoblada y sustituida por la autopista.
  • A-30, entre Albacete y Cartagena. Se conserva la mayor parte del trazado original, quedando en este caso la nacional como una vía de servicio de la autovía.

Una vez explicado esto, vamos a comenzar el viaje. Recordad que en este reportaje nos quedaremos en Albacete; de continuar, el resto de la nacional la exploraríamos en posteriores reportajes que enlazaríamos aquí.



Iniciamos el recorrido de la carretera N-301 a través de sus vestigios de otro tiempo. En lo que antaño fue su mismo punto de arranque, en Ocaña (Toledo), subsiste aún esta vieja gasolinera "camuflada" entre las edificaciones. A la derecha, la N-IV seguía su camino hacia Córdoba, Sevilla y Cádiz; a la izquierda, la N-301 hacia Albacete, Murcia, Cartagena y Alicante. Esta última también era la salida de la localidad por la N-400 camino de Cuenca. Aunque aquí se iniciara realmente la N-301, estamos casi en el kilómetro 61,700, ya que el comienzo oficial de la carretera (aún hoy) se sitúa en la Puerta del Sol de Madrid.

http://goo.gl/maps/fMvaf


El mismo sitio, unos cuantos años antes; desconocemos la fecha concreta. (Cortesía de Marcial Calero)


Girando la imagen 180º, además, aparece otra gasolinera de similares características, que también sigue en funcionamiento:


También, un poco más adelante, subsiste el mojón indicador del kilómetro 62 de la N-301:


Que además fue reproducido por Route1963, uno de los fabricantes de hitos kilométricos del equipo de EN LA CARRETERA:




Kilómetro 77. Acceso norte a Villatobas (Toledo), desde la variante que desde la década de 1980 evita el paso por el casco urbano. Aquí no hay ningún negocio abandonado, pero sí una reliquia que ha sobrevivido gracias a quedar fuera del trazado principal de la carretera.

En cambio, este enlace sí nos lleva a una construcción abandonada junto a la antigua N-301 en Villatobas. Hay que afinar mucho el zoom de la pantalla, pero llega a distinguirse el rótulo "Pensión" en la decrépita fachada:


Enfrente, una gasolinera abandonada (o lo que queda de ella, más bien):

http://goo.gl/maps/pt9xI



Dentro del pueblo, además, encontramos un hito que presumiblemente es de la época del Circuito Nacional de Firmes Especiales:




Kilómetro 92,600. Término de Corral de Almaguer (Toledo). Aquí tenemos este club de carretera minimalista que está en venta, junto a la gasolinera en funcionamiento (pero en la imagen de 2009). En la imagen de abril de 2013, el club sigue en venta y la gasolinera ya ha echado el cierre (desde antes de mayo de 2011, donde se aprecia en las imágenes antiguas de Street View que ya estaba desmantelándose).

(Imagen abril 2013) http://goo.gl/maps/5StCX




Kilómetro 99. Entrada a Corral de Almaguer (Toledo), una de las dos principales "travesías ineludibles" que quedan en esta carretera. A la entrada, en sentido Albacete, una gasolinera y un restaurante abandonados quedan a la derecha. En el complejo había un edificio donde aún se lee "Servicio de duchas", cuyos principales usuarios seguramente serían camioneros. Un poco más adelante, a la izquierda, otra estación de servicio permanece aún abierta, aunque acceder a ella si se circula en este sentido de la marcha es prácticamente imposible.

Hay que señalar que estas imágenes se captaron en marzo de 2009, pero en las tomas más recientes (de noviembre de 2013) esta zona aparece como un solar arrasado: todas estas ruinas han sido demolidas y en la actualidad no queda rastro de ellas.

(Imagen marzo 2009) http://goo.gl/maps/Oo4i0
(Imagen noviembre 2013) http://goo.gl/maps/VIgPW


El kilómetro 100 de la N-301 está en la misma travesía de Corral de Almaguer. Lamentablemente, no se conserva el hito de hormigón.
http://goo.gl/maps/57bVi


La de Corral de Almaguer es lo que comúnmente se llama una "travesía exterior", es decir, una primitiva variante que ha sido absorbida por el crecimiento urbano. En sentido Albacete, la mayor parte del pueblo queda a la izquierda. No obstante, conviene añadir que es un punto negro con varios accidentes mortales en los últimos años. Uno de los más trágicos, el que costó la vida en el verano de 2009 a un chico de 14 años del vecino pueblo de El Romeral, y que desencadenó una amplia movilización ciudadana exigiendo una variante o la gratuidad de la autopista AP-36 en el tramo más cercano al pueblo. Leer artículo



Kilómetro 102,500. Término municipal de Corral de Almaguer (Toledo). A partir de este punto, y durante cerca de 20 kilómetros, hasta la localidad de Quintanar de la Orden, la carretera va acompañada de unos viejos postes telefónicos que debieron perder los cables hace muchos años. Es un auténtico milagro que no hayan sido eliminados, como sí ha ocurrido en una inmensa mayoría de casos. En otros puntos de la carretera entre Ocaña y La Roda hay también postes similares (visiblemente más modernos que estos), pero por espacio de tramos muchísimo más cortos. La imagen es de 2009, pero en 2013 aún permanecen en su sitio.

(Imagen febrero 2009) http://goo.gl/maps/IBBRi
(Imagen marzo 2013) http://goo.gl/maps/q3AA2




Kilómetro 109. Término municipal de Corral de Almaguer (Toledo). En este punto había sendas gasolineras a los lados de la carretera, pero ahora presentan un aspecto tétrico. Llama la atención que, el día en que se tomaron estas imágenes, estuviera allí la Guardia Civil de Tráfico. Aunque la imagen de febrero de 2009, en abril de 2013 siguen ahí exactamente igual, no han cambiado ni los graffitis.

(Imagen febrero 2009) http://goo.gl/maps/h5jI6
(Imagen abril 2013) http://goo.gl/maps/BjlQY




Kilómetro 113,500. Sólo cuatro kilómetros más tarde, ya en el término municipal de Villanueva de Alcardete (Toledo), la historia se repite: otra gasolinera abandonada, esta vez sólo en el lado derecho de la carretera. Incluso tiene tapiados los accesos al establecimiento. Actualmente ha sido demolida, las fotos de satélite lo demuestran.





Kilómetro 115. Término municipal de Villanueva de Alcardete (Toledo). ¿Qué sería esta edificación? Probablemente un bar o restaurante, o tal vez una fonda de carretera. Puede, incluso, que un lupanar. Imposible adivinarlo sin más dato que la imagen de esta ruina.





Kilómetro 118. Entramos al término de Quintanar de la Orden (Toledo), donde tenemos está construcción, que bien pudo ser en tiempos una casilla de peones camineros y que ahora parece rehabilitada también para usos de obras públicas de mantenimiento de la carretera. Junto a ella, otra construcción en ruinas. La imagen es de 2009, y en tomas más recientes (octubre de 2011) ambas permanecen en su sitio, quizá la construcción en ruinas se vea algo más perjudicada.

(Imagen octubre 2011) http://goo.gl/maps/ZjZ8W




Kilómetro 118,800. Llegamos al inicio de la variante de Quintanar de la Orden (Toledo), todavía en la provincia de Toledo. Hasta 2002, la travesía de esta población era uno de los puntos más conflictivos de la carretera, por su longitud, la multitud de cruces y las características de la calzada, con los dos carriles separados por una mediana. Este trazado ya era en sí una variante, puesto que en origen la carretera atravesaba el centro urbano de pleno. Sin embargo, ya en un mapa topográfico de 1955 aparece realizado el desvío, muy próximo al casco histórico. El posterior crecimiento urbano hizo que la variante se tornara travesía exterior y, con el paso de los años, travesía en toda regla, y conflictiva. El poste telefónico que aparece en esta imagen es el último que el viajero se encuentra viniendo de Corral de Almaguer, tras casi 20 kilómetros de agradable compañía. La imagen es de febrero de 2009, pero en octubre de 2011 han desaparecido los postes en este punto (ahora el último poste se encuentra a unas decenas de metros hacia atrás).

(Imagen octubre 2011) http://goo.gl/maps/5OwMS


El nuevo último poste.




Antigua N-301, kilómetro 120,600. Nada más entrar a Quintanar de la Orden (Toledo), a la derecha aparece lo que tiene toda la pinta de haber sido hasta fecha reciente un taller y un pequeño concesionario (llama la atención el local tan diáfano). Incluso se observa un coche estacionado dentro. ¿Lo sería realmente?

(Imagen julio 2012) http://goo.gl/maps/uzMDF




Antigua N-301, kilómetro 120,700. Quintanar de la Orden (Toledo). Avanzamos sólo unos metros desde la imagen anterior y nos encontramos la siguiente estampa, a la que pedimos que se observe con atención. A la derecha aparece un bar en funcionamiento, con el nada casual nombre de "Costa Blanca", una inequívoca alusión a Alicante, uno de los destinos a los que tradicionalmente se ha accedido por esta carretera; detrás, una gasolinera de Campsa, también en marcha. Sin embargo, fijémonos en el lado izquierdo: otro bar y otra gasolinera, aparentemente también abiertos. Pero las apariencias, en este caso, engañan.



Parece que el restaurante-hostal Mirasol está cerrado, según se observa en esta imagen. Parece que no ha logrado sobrevivir a la pérdida del tráfico de paso provocado por la variante de la carretera.




Antigua N-301, kilómetro 121,400. Quintanar de la Orden (Toledo). En el cruce desde el que se accede al casco histórico de esta población, giramos la vista atrás y observamos, al lado de una minúscula gasolinera de Repsol en servicio (quién sabe si del mismo dueño de la otra que está cerrada), una antigua bodega, ahora abandonada. El tal Pablo Yela (nombre que aún se lee perfectamente en la fachada) tenía muy bien ubicada su instalación vinícola, justo enfrente de la estación de ferrocarril de Quintanar de la Orden. Aquí moría un ramal de apenas 25 kilómetros de longitud, que se iniciaba en Villacañas; sin tráfico de viajeros desde 1970, se clausuró definitivamente en 1992 y fue desmantelado poco después. De la estación no queda nada, salvo lo que parecen unos antiguos depósitos de vino y que no se aprecian en esta imagen. "Arqueología" carretera y ferroviaria se dan la mano en este punto.




Vale la pena también comparar lo que se aprecia en la imagen de satélite, del año 2003, con lo que se observa a pie de calle seis años más tarde: la fiebre del ladrillo dio paso a toda una nueva calle sobre el solar de la antigua estación.

Para quien esté interesado, podéis ver una pincelada sobre el ferrocarril de Villacañas a Quintanar de la Orden.

Además, este es el punto donde se separan las travesías "interior" y "exterior" (que es la que recorreremos). Vamos a ver, no obstante, un par de imágenes de la travesía primitiva de Quintanar. Una de ellas es esta (calle San Fernando), cuando la travesía se estrecha hasta el punto de que apenas cabe más de un coche a lo ancho. Con razón es hoy de un solo sentido...
Otra imagen, en el cruce de las calles San Fernando y Princesa (esta última es la que se muestra). Nótese, en la calzada, las antiguas líneas de delimitación de los sentidos, borradas, ya que la calle es de único sentido actualmente.


Antigua N-301, kilómetro 121,800. Quintanar de la Orden (Toledo). Aquí no se aprecia nada abandonado (al menos en la fecha en que se tomaron estas imágenes), pero creemos interesante esta perspectiva porque se aprecia cómo era la travesía de Quintanar de la Orden: angosta, con una mediana que aportaba aún más sensación de estrechez y sin urbanizar. El tramo anterior ha sido transformado en un bulevar que, aunque desvirtúa por completo la carretera original, supone un salto cualitativo para la imagen urbana y las condiciones de habitabilidad del entorno. La imagen es de enero de 2009. Se ha seguido mejorando el resto de la variante, mejorando en apariencia, y prueba de ello es la vista a fecha de septiembre de 2012: es radicalmente diferente.




Para comparar, aquí está dicha imagen de septiembre de 2012.
Un poco más adelante, llegamos al antiguo kilómetro 122. Otro ejemplo de la transformación radical que ha sufrido la antigua carretera. Además, los hitos metálicos ya han desaparecido.




La carretera ha sido reformada hasta unas decenas de metros antes de llegar al cruce con la CM-310 (carretera a Alcázar de San Juan), antiguo kilómetro 122,900, donde conserva su estado original hasta salir del pueblo. En dicho cruce, podemos encontrar estas señales de aspecto antiguo.




Antigua N-301, kilómetro 123. Quintanar de la Orden (Toledo). Esto no está abandonado, afortunadamente. Esta gasolinera es un ejemplo de las manifestaciones artísticas asociadas a las obras públicas y los servicios que éstas llevan aparejados. Las columnas y los frisos de las puertas son testimonio de una época donde esta arquitectura, además de la funcionalidad, buscaba el tronío.




La misma gasolinera en una imagen histórica. (Cortesía del foro camionesclasicos.com)



Y aquí podemos ver su fachada, para compararla con la actual. Como puede comprobarse, básicamente se ha respetado la arquitectura original, lo cual es de agradecer. Hay que preservar el patrimonio histórico de nuestras carreteras. (Cortesía del foro camionesclasicos.com)



También comentaremos que, al lado, encontramos esta antigua cabina telefónica, otra reliquia que ya no se ve mucho en nuestras ciudades y pueblos (o se retiran o se sustituyen por teléfonos públicos al aire libre).





Antigua N-301, kilómetro 123,600. Saliendo de Quintanar de la Orden (Toledo) nos encontramos con esto: un tanatorio y, puerta con puerta, una casa con el rótulo de "Orquídea". ¿Un negocio de floristería? No, échese mano del zoom para comprobar que lo de "el muerto al hoyo y el vivo al bollo" se lleva a rajatabla. Del gusto de poner ese negocio al lado de un tanatorio, mejor no hablamos. :-P




Cerca del lugar, dos talleres mecánicos, elemento típico de las carreteras españolas de antaño.

http://goo.gl/maps/x0TMGhttp://goo.gl/maps/PkOmQ


  




Antigua N-301, kilómetro 126,200. Justo antes de que el tramo de la vieja travesía de Quintanar de la Orden (Toledo) se reencuentre con el de la variante, a la izquierda aparece el abandonado restaurante "El Manchego". Por muy poco, su puerta fue desahuciada del trazado principal de la carretera y, según parece, con ella el negocio en sí. La imagen es de octubre de 2011. Un año después (julio de 2012), el negocio sigue vacío.






Volvemos a la N-301. Kilómetro 130,500. Término municipal de El Toboso (Toledo). A simple vista, parece que en esta gasolinera está repostando un camión, pero en realidad está simplemente parado, porque si se amplía la imagen se puede comprobar que la estación de servicio tiene una reja echada en la puerta. Es decir, está cerrada. Lo que, en cambio, sí debe estar abierto es el lupanar de atrás, donde quizá más de uno aspire a encontrar una efímera Dulcinea...

(Imagen abril 2013) http://goo.gl/maps/MXrvl



Y eso que aún no hemos entrado en la provincia de Cuenca, donde los clubes de alterne junto a la N-301 proliferan como las setas en las sierras de esa misma demarcación.


Kilómetro 131,500. Término municipal de El Toboso (Toledo). Estamos en uno de los puntos más emblemáticos de toda la ruta y que, en el momento de captarse estas imágenes, estaba lamentablemente en situación de abandono. Se trata de la Venta de Don Quijote, situada junto al cruce con la carretera que lleva hasta El Toboso. ¿Podría ser ésta la "Venta de Juan Palomeque" a la que alude Cervantes en su universal obra? Es sólo una hipótesis sin argumento alguno que nos atrevemos a hacer. Lo que está claro es que es una verdadera lástima que una edificación así se pierda (en eso incluimos ornamentos como los azulejos, que aparecen expoliados en esta foto). No obstante, parece que con posterioridad a estas imágenes la finca se ha recuperado, según se desprende del enlace de una bodega establecida en la zona: http://www.viajerosdelvino.com/bodegas/destino_42/toledo-bodega-finca-venta-de-don-quijote Ojalá y sea así. 

(Imagen abril 2013) http://goo.gl/maps/B60FQ



Por cierto, la ermita al otro lado de la carretera es la "antigua ermita" de San Isidro, según el mapa topográfico, ya que al otro lado de la carretera hay otra más nueva.

Y al lado de la vieja venta, el restaurante "Venta El Toboso".






Kilómetro 134,400. Hemos llegado al final de la provincia de Toledo, la primera de las cuatro provincias por las que discurre esta carretera (y por consiguiente, donde nace); nos despedimos de ella mientras nos adentramos en la provincia de Cuenca. Próximo objetivo: Mota del Cuervo. Además, nos encontramos con la típica estampa de cambio de asfalto entre provincias, probalemente debido a que las partidas de conservación de carreteras se asignarán por provincias, y no para la totalidad de una carretera.

El límite provincial visto desde el otro lado. Probablemente, en los monolitos figuraron sendas espadas, a semejanza de otros monolitos similares que existen en otras carreteras, pero desconocemos por qué ya no están (se retiraron, se cayeron...).




Kilómetro 135,500. Ya estamos en la provincia de Cuenca, en las proximidades de Mota del Cuervo para ser exactos. Aquí, junto al enlace con la nueva (e infrautilizada) autopista AP-36, aparecen lo que dan la impresión de ser los restos de una gasolinera y un restaurante. La imagen es de mayo de 2009; en abril de 2013, dichos restos han desaparecido completamente, pero el edificio de atrás sigue en pie, exactamente igual que hace cuatro años.



Antigua N-301, kilómetro 139,700. Nos encontramos en Mota del Cuervo (Cuenca), que hasta 1998 fue la única travesía "no exterior" existente en la N-301 entre Ocaña y Albacete. Es decir, el pueblo se atravesaba por una zona bastante céntrica, lo cual acarreaba notables problemas tanto para el tránsito como para los vecinos. Con unos 6.300 habitantes, nos encontramos en una de las localidades más grandes de la provincia de Cuenca; de hecho, la N-301, pese a que sólo roza el extremo suroccidental del territorio conquense, cruza una de las zonas más habitadas de esta demarcación. Aquí vemos una gasolinera que sigue en funcionamiento, pero cuya actividad probablemente no tenga ahora nada que ver con el frenesí de cuando por aquí pasaba todo el tráfico de la N-301. Puede decirse que ahora es una estación de servicio para los del pueblo.

Además, observamos aquí y veremos en futuras fotos que toda la antigua carretera está en plena remodelación. Actualmente, las obras han debido terminar, pero apenas disponemos de imágenes de su aspecto actual en Street View. Veremos alguna, no obstante.




Antigua N-301, kilómetro 140. Siguiendo por la travesía de Mota del Cuervo (Cuenca), localizamos este imponente taller mecánico de chapa y pintura, completamente abandonado y en ruinas. Uno de los "servicios clásicos" de la carretera, hoy es una de las víctimas de la variante de la nacional, que ha provocado que por su puerta haya dejado de transcurrir un gran flujo de tráfico. Seguramente, por ello, la cuota de vehículos que cruzaba el umbral del taller cayó considerablemente, quedando probablemente solo como taller para personas del pueblo, hasta que echó definitivamente el cierre, seguramente por falta de rentabilidad (que conste que todo esto son hipótesis); desconocemos cuándo cerró.

La imagen es de enero de 2009, pero en octubre de 2012 sigue aún ahí. Un poco más adelante, existe otro edificio ruinoso que también fue un taller, según rezan sus rótulos casi borrados: "Taller electro-mecánico". Como el anterior taller, este también se mantiene en pie, en lenta agonía.






Antigua N-301, kilómetro 140,100. Un punto importantísimo en la travesía de Mota del Cuervo (Cuenca): el cruce entre la N-301 y la N-420 (Córdoba-Tarragona). Allí mismo había un bar, con el inequívoco nombre de "El Cruce", visiblemente cerrado en la actualidad. Por su parte, la construcción de la variante de la N-301, y el hecho de que el cruce con la N-420 se realice ahora en otro lugar (unido a la pérdida de importancia de esta otra vía, que, de hecho, ha sido transferida a la Junta de Castilla-La Mancha en dirección a Ciudad Real, entre la misma Mota del Cuervo y Daimiel) ha cambiado la fisonomía del lugar; ya no se cruzan dos carreteras nacionales, sino dos calles de Mota del Cuervo. A la izquierda, eso sí, continúa saliendo la carretera comarcal CM-3108, en dirección a las localidades de Los Hinojosos y Villamayor de Santiago.

Las imágenes de octubre de 2012 revelan que toda alusión al bar "El Cruce" ha desaparecido.
Y el detalle del "taller electro-mecánico" que vimos ayer, situado en este mismo cruce. Las señales que estaban situadas en él, ahora arrancadas del suelo y apoyadas en su fachada, no volverán a reponerse.
Por último, lo prometido: una imagen del actual aspecto de la travesía a su paso por el cruce, sentido Albacete.


Antigua N-301, kilómetro 140,200. Seguimos en la antigua travesía de Mota del Cuervo (Cuenca). Acabamos de pasar el cruce con la N-420 y la CM-3108, y a la izquierda aparece otra gasolinera. Si avanzamos unos metros y volvemos la vista atrás, vemos que en la esquina, junto a la estación de servicio, hay un negocio abandonado de venta de quesos. Decíamos que Mota del Cuervo es un pueblo grande, probablemente lo suficiente como para que dos gasolineras puedan coexistir, a escasos metros la una de la otra. Sin embargo, la venta de "souvenirs" gastronómicos depende mucho de un tráfico de paso que dejó de circular por aquí al abrirse la variante en 1998.



Otra nota del paso del tiempo en la antigua travesía de Mota del Cuervo (Cuenca) en la N-301. Ya casi saliendo del pueblo, en el kilómetro 140,800, a la izquierda aparece un nuevo taller mecánico cerrado. Como mencionamos anteriormente, otro de los "servicios clásicos" de la carretera, que ha corrido la misma suerte que otros muchos establecimientos por el desvío del tráfico de la nacional fuera del pueblo.



Abandonamos ya Mota del Cuervo (Cuenca), y la antigua travesía confluye con el actual trazado de la N-301 (kilómetro 141,900). La misma rotonda sirve también de enlace con la N-420, que hacia el norte nos lleva a Belmonte y Cuenca. En esa rotonda se han instalado, a modo decorativo, varios hitos de piedra probablemente "rescatados" de carreteras cercanas, y que tienen pinta de ser miriamétricos de la época del CNFE.



Aunque no vamos a retomar la actual N-301 inmediatamente. Debido a la construcción de este enlace de las N-301, N-301a y N-420, ha quedado un antiguo tramo, hoy abandonado, de aproximadamente 1,4 kilómetros de longitud, y dividido en dos por la actual nacional.

En primer lugar, avanzando unos pocos metros desde su comienzo (en la anterior rotonda), nos encontramos con el primer fragmento de este tramo. Vemos el característico perfil del plan REDIA de los años 60-70, con amplios carriles y arcenes. A partir de aquí, tras unos pocos metros, la nacional lo corta (se ve la "grieta" en el terreno por donde discurre la actual nacional. A la derecha, el puente que lleva a la planta de áridos de Mota del Cuervo, cuyo acceso reutiliza una pequeña parte de este tramo.

Vista de satélite del tramo: http://goo.gl/maps/85zYY





Continuamos por el tramo abandonado al otro lado de la actual nacional. Estimamos que este hubiera sido el kilómetro 142,300. En la imagen, a la izquierda, la vieja nacional continúa su camino. A la derecha, la entrada a la planta de áridos, donde nos llevamos una grata sorpresa: antiguos mojones kilométricos, del Plan Peña, "rescatados" de las carreteras (suponemos que de las N-301 y N-420 ya que son las más cercanas), repintados de amarillo, con todas las antiguas alusiones borradas, flanqueando ambos lados de la entrada a la planta.

Detalle de la entrada a la planta con los hitos kilométricos.
http://goo.gl/maps/ou307





Ya en la actual N-301 (kilómetro 143), nos acercamos al final del tramo. La antigua nacional desciende hacia aquí y discurre paralela al actual trazado durante 200 metros, para separarse momentáneamente, trazar una curva a la izquierda, y fusionarse finalmente con la nacional.

El final definitivo del mismo, en el kilómetro 143,300.


Kilómetro 145,600. En Santa María de los Llanos (Cuenca), nos encontramos con esta nave abandonada, probablemente desde hace varios años, y que ahora está en venta. No acertamos a leer el rótulo completo que figura en la puerta ya que el teléfono tapa parte de él, pero acertamos a leer "Piensos compuestos".



Kilómetro 150,400. Damos un salto hasta el punto donde empieza la travesía exterior de El Pedernoso; seguimos en la provincia de Cuenca. Aunque apenas hay casas al lado izquierdo de la carretera y la velocidad no llega a estar limitada a más de 60 kilómetros por hora en ningún punto, puede decirse que estamos ante una travesía, puesto que el casco urbano llega a tocarse.

Y unos metros más adelante, el reclamo que no podía faltar: a 500 metros hay un lugar donde se vende queso manchego.
Eso sí, antes de llegar a dicho lugar, ya nos encontramos un primer bar, con el peculiar nombre de "Despensa Sancho Panza" y una estética que, pese a la gran cantidad de camiones aparcados, no invita a entrar. Situado al lado de un taller mecánico que, esta vez, está en funcionamiento. (Kilómetro 151)
La imagen anterior es de abril de 2013; este era su aspecto en mayo de 2009:
http://goo.gl/maps/PGRDK





Kilómetro 151,600. Travesía de El Pedernoso (Cuenca). Este es el cruce con la carretera autonómica CM-3102. A simple vista, nada del otro mundo: un cruce con una gasolinera. Sin embargo, ponemos esta imagen porque, en este lugar, el 25 de mayo de 2009 le acaeció a uno de los creadores de contenidos de esta página una de cuantas experiencias más surrealistas le han ocurrido en su vida: el encuentro con un singular autoestopista septuagenario, que, tras preguntarle "¿Va uhté pa Lah Pedroñeraaaaas?" y pedir al conductor si podía llevarlo, le preguntó: "Y uhté qué es, ¿maestrojcuela?" Así que ya sabéis: si alguna vez pasáis por aquí y os lo encontráis, subidlo al coche, porque va a ser una experiencia de interrelación con el paisanaje única. Por cierto, el señor en cuestión no era de Las Pedroñeras, sino de Villarrobledo, por lo que lo que en principio iban a ser apenas 7 kilómetros se convirtieron en más de 30.

Por cierto, detrás está el famoso bar donde, según el anuncio pintado en la pared unos metros atrás, venden queso manchego.




La N-301 apenas toca en la actualidad el casco urbano de El Pedernoso, pero en el pasado lo cruzaba por todo el centro. La correspondiente variante pudo hacerse en torno a la década de 1950-60. No obstante, aún puede seguirse fácilmente el trazado por el interior del pueblo, denominado oficialmente con el inequívoco nombre de "Carretera General". Aquí, vista de la vieja N-301 en dirección a Mota del Cuervo y Madrid, desde el cruce con la carretera que lleva hacia Las Mesas y Tomelloso. (Antiguo kilómetro 151,200)

Una muestra de que la N-301 atravesaba El Pedernoso por todo el centro: la vieja travesía, por la plaza donde se encuentra el Ayuntamiento. Su nombre actual, por cierto, es Plaza Mayor (nombres populares hechos oficiales, como debe ser).
La antigua carretera también pasaba junto a la iglesia de El Pedernoso, el más pequeño de los pueblos conquenses por los que discurre la N-301, con apenas 1300 habitantes.


La última foto que ponemos de El Pedernoso, donde se aprecia claramente en la rotulación viaria la huella que ha dejado el antiguo paso de la N-301 por este lugar. La imagen es de mayo de 2009; en abril de 2013 la calle ha sido reasfaltada, y las líneas, repintadas. (Antiguo kilómetro 151,400)

(Imagen abril 2013) http://goo.gl/maps/Qxj9X





Kilómetro 153,300. Antes de abandonar el término de El Pedernoso (Cuenca), vamos a detenernos un momento a observar este toro de Osborne que aún permanece erguido en esta ruta, como testigo de tiempos pasados.






Kilómetro 158. Llegamos a Las Pedroñeras (Cuenca). El rótulo nos indica que dejamos esta población a la izquierda, pero es engañoso. En realidad nos enfrentamos a una travesía, la principal de las que quedan en esta parte de la N-301. Esta importante población de 7200 habitantes, una de las mayores de toda la provincia de Cuenca, se atraviesa por uno de sus bordes, con numerosos cruces peligrosos, alguno de ellos regulado por semáforos (que, por lo que parece, no suelen estar en funcionamiento). Una travesía de las "exteriores", absorbida por el crecimiento urbano.

Aquí confluyen el queso y el ajo, y a su vez éstos con el cordero y el vino. No suenan mal, acompañados de un buen pan. :-)


Kilómetro 158,300. Las Pedroñeras (Cuenca). Nada más entrar tenemos ante nosotros un clásico de la carretera: el puesto de primeros auxilios de la Cruz Roja. Estos lugares han caído notablemente en desuso en los últimos años, con la gran mejora de los servicios sanitarios en las zonas rurales (aunque ahora se empeñen en recortarlos, como han pretendido hacer precisamente en Castilla-La Mancha), y muchos de esos establecimientos se encuentran en la actualidad abandonados. Otros, sin embargo, siguen albergando las sedes locales de Cruz Roja, como parece que es en este caso.

Atención, por cierto, al edificio contiguo al de la Cruz Roja, que nos recuerda que estamos en una zona donde la agricultura ocupa un lugar preeminente. No en vano, Las Pedroñeras es conocida como la capital española del ajo.


Kilómetro 159. En la travesía de Las Pedroñeras (Cuenca) se suceden los negocios de restauración y los talleres mecánicos. Éste, puerta con puerta uno del otro, es un buen ejemplo. Además, uno de los administradores de esta página puede dar fe de que en el Restaurante Castilla sirven un opíparo menú del día a un módico precio. Aconsejable, pero con cuidado por la posterior modorra, en viajes largos. Eso sí, prescindiendo del vino. La seguridad vial, por encima de todo.

Al volver la vista, aparece un asador de llamativo nombre.
http://goo.gl/maps/LOnf7



Y más adelante, hay otro taller donde dicen hacer "instalación y revisión de tacógrafos y limitadores de velocidad". Muy propio en una carretera tan transitada por los camiones como esta.




Kilómetro 159,800. Las Pedroñeras (Cuenca). Un negocio "de los de antes" en la travesía, más pensado para clientes de paso que autóctonos, donde igual te venden queso que vino que sales con un jamón al hombro cual azada o con una ristra de ajos al cuello a modo de guirnalda hawaiana.

Y para dormir en Las Pedroñeras: hostal "El Bomba". Nada menos que al lado de la gasolinera. Como para hacer un chistecito fácil, vamos... :-P (Kilómetro 160)



El actual trazado de la N-301 en Las Pedroñeras (Cuenca) debe datar de la década de 1950, a tenor de lo que indican los mapas topográficos y del aspecto de las construcciones que hay en la travesía. Hasta entonces, la carretera cruzaba la localidad por el mismísimo centro urbano, como si fuera un pincho moruno. Su trazado corresponde a las actuales Avenida Juan XXIII y Calle Borrero; he aquí la Avenida Juan XXIII. Ante la primitiva N-301 aparece una farmacia y, en su puerta, dos paisanas con gesto de quedarse asombradas al ver el coche de Google en el pueblo.

Y aquí, la Calle Borrero: http://goo.gl/maps/DLFBG



En este mapa a escala 1:50.000 del Instituto Geográfico Nacional, edición de 1942, podemos ver cómo era el entorno de la N-301 (en esa época denominada como "Carretera radial de 2º orden de Ocaña a Alicante") a su paso por Las Pedroñeras. El kilometraje ha variado muy ligeramente desde entonces, apenas dos kilómetros por exceso en 70 años, seguramente motivados por las circunvalaciones de las primitivas travesías.





Kilómetro 168,200. Término municipio de El Provencio (Cuenca). Muy cerca de su casco urbano, nos encontramos con el primero de los locales que han hecho que esta ruta sea conocida como una de las de mayor concentración de lupanares de toda España. Amigos, bienvenidos a El Provencio. Pasen y vean... :-P



Kilómetro 170,400. Llegamos al casco urbano de El Provencio, última población de la provincia de Cuenca en el camino hacia Albacete que atraviesa (o atravesaba) la población, pero no es la última población conquense que encontraremos en la ruta. La carretera, al igual que en otras localidades, bordea las casas hasta el punto de poder considerar que nos encontramos ante una travesía, aunque de las "exteriores". Los cruces revisten cierta peligrosidad.

A modo de anécdota, añadiremos también que en esta localidad de apenas 3000 habitantes residió en sus últimos años la gran actriz María Isbert. Además, aquí nació en 1978 Julián López, uno de los humoristas de La Hora Chanante y Muchachada Nui. Aquí os dejamos con un vídeo de uno de sus personajes más característicos, "Perro Muchacho". :-) La gorra nos recuerda que seguimos en la provincia de Cuenca.





Kilómetro 171,700. Travesía de El Provencio (Cuenca). A la derecha, un elemento clásico de las carreteras a su paso por el interior de las poblaciones, y que aquí tampoco falta: el taller mecánico. Este se encuentra junto a una importante obra de ingeniería de este tramo de la carretera: el puente sobre el río Záncara. Desconocemos su fecha exacta de construcción, pero la edición de 1942 de la hoja 715 del mapa topográfico 1:50.000 del IGN muestra que en ese momento la carretera aún cruzaba el centro de El Provencio. Imaginamos que no mucho más tarde (probablemente en la década de 1950) se construiría este puente, dentro de la variante que, con el paso del tiempo, se ha convertido en una travesía de cierto riesgo por la cantidad de cruces existentes, como ya mencionamos.

La imagen es de 2009, pero en imágenes más recientes (mayo de 2013), los rótulos del taller han desaparecido, lo que induce a pensar que ya ha echado el cierre.

Si avanzáis un poco observaréis la ingente cantidad de talleres que aún hay abiertos en un tramo muy corto, además de algún otro ya cerrado. No cabe duda de que la N-301 sigue siendo una carretera de mucho trasiego, pero con el añadido de que nos encontramos en una zona de gran actividad agraria y que vehículos como camiones y tractores también necesitan de un constante mantenimiento.

Otro apunte que tampoco podemos pasar por alto: este puente (junto con el resto de la variante de El Provencio) sustituyó como punto principal de paso al construido en el siglo XVIII, junto con el resto del Camino Real de Madrid a Valencia por Albacete.

Foto en Panoramio (de José Vidal Redondo Temprano): http://www.panoramio.com/photo/51481294



Google Street View: http://goo.gl/maps/UPZJg





Kilómetro 173,300. Otro club de alterne junto a la carretera en el término municipal de El Provencio (Cuenca). "Pasarela" se llama éste; aún nos encontraremos unos cuantos más por el camino.



Kilómetro 174,600. A la derecha de la carretera, otro de los clubes de El Provencio (Cuenca): "Flamingo's", se llama éste. Otro nombre pretendidamente rimbombante que no sorprende para este tipo de negocios tan lucrativos.



Kilómetro 175,100. Seguimos en el término de El Provencio (Cuenca), uno de los municipios con mayor concentración de este tipo de establecimientos de todo el país. Apenas avanzamos 500 metros desd el anterior y, a la izquierda de la carretera, nos encontramos con esta edificación. No hay rótulos, pero elementos como esas "palmeras" metálicas o detalles constructivos como las columnas y la estatua de una de las paredes nos hacen pensar que nos encontramos ante otro local de alterne. La imagen es de diciembre de 2008, en imágenes más recientes (mayo de 2013), el local está completamente abandonado, y la mitad ha desaparecido.

(Imagen diciembre 2008) http://goo.gl/maps/dx0Kp
(Imagen mayo 2013) http://goo.gl/maps/J8QjP





Kilómetro 176,200. Otro lupanar más en El Provencio (Cuenca): "Los Molinos". Que se note que estamos en La Mancha, vaya. Apenas si estamos a mil metros del anterior.







Kilómetro 174,600. Sí, hemos de retroceder un momento: hay tantos prostíbulos en El Provencio (Cuenca) que nos habíamos dejado no uno, sino dos. Se trata del "Copacabana" y el "Lido", que están juntos y, además, enfrente mismo del "Flamingo's". Es decir, hay tres en un mismo sitio. Y seguro que hay negocio para todos. Si pensamos en el lado más duro que suelen tener este tipo de actividades (el de la explotación sexual), resulta muy triste. :-(

Tan alta concentración de clubes de alterne ya ha sido recogida varias veces por la prensa. Un ejemplo: "3000 vecinos, 400 prostitutas" (El País)

Otra muestra, en este caso en vídeo:  "La ruta del amor en un lugar de La Mancha" (Antena 3)




Kilómetro 177,100. Abandonamos el término municipal de El Provencio (Cuenca) poco después de dejar al lado una edificación que, al contrario que las anteriores, no es un club de alterne, sino que más bien tiene pinta de ser uno de esos "negocios de toda la vida" venido a menos: un bar. Quizá la "Venta el Pinar" fuera boyante en otra época, pero su aspecto decrépito actual no invita a entrar, pese a que parece que se mantiene abierta.

(Aquí fue donde dejamos el primigenio reportaje de la N-301 (del que hablamos al principio del artículo), allá por mayo de 2013. Pero no os preocupéis, esta vez seguiremos adelante, rumbo a Albacete.)



Kilómetro 178,800. Después de abandonar el término de El Provencio, entramos en el de San Clemente (Cuenca), donde nos esperan numerosas sorpresas. En primer lugar, nos encontramos con un par de gasolineras abandonadas justo en el cruce de las N-301 y N-310. Que no os engañe el camión aparcado en la gasolinera izquierda, no está repostando. Al lado derecho, se encuentra el restaurante "El Cruce" (un nombre apropiado), que se mantiene abierto, a pesar de todo.




Las gasolineras, de cerca: sentido Albacete y Ocaña, respectivamente.




Y el restaurante "El Cruce".




Kilómetro 181,200. Seguimos en el término de San Clemente (Cuenca). En este punto se sitúa el restaurante "La Esperanza". A diferencia de otros muchos restauantes de esta misma carretera, este parece estar en pleno funcionamiento, por la cantidad de vehículos (sobre todo camiones) que hay en su aparcamiento. Y ya sabemos que donde hay muchos camiones, buen menú hay... :-) Nos preguntamos, al observar el gran número de otros locales abandonados que hemos visto, ¿cómo es que sigue en pleno funcionamiento?






Kilómetro 183,100. Término de San Clemente (Cuenca). Cerca del enlace con la A-43, nos topamos con esta vieja... ¿venta, finca, local de algún tipo...? En realidad se trata de una antigua venta de carreteros, y por el aspecto, podemos afirmar que hoy está completamente abandonada.






Kilómetro 184,400. Término de San Clemente (Cuenca). La "Venta el Tío Chape", otro restaurante en la ruta, que aparentemente sigue abierto a tenor de los vehículos aparcados a su alrededor, pero que no tiene tanta actividad como el restaurante anterior.






Kilómetro 185,800. Término de San Clemente (Cuenca). Seguimos encontrando restaurantes, aquí viene otro, pero... por desgracia, este sí está cerrado: el "Rincón de Don Manuel", que según rezan sus rótulos, antaño serviría carnes a la brasa y comidas caseras, para deleite de los conductores que en su día entrarían por sus puertas. Actualmente se encuentra en venta.





Kilómetro 186,100. Término de San Clemente (Cuenca). No hay que avanzar mucho para seguir encontrando viejas construcciones. En esta ocasión, recibimos una invitación a comprar en esta nave el pan casero que hacen en ella cada día. Aunque, si tuviéramos que emitir nuestra opinión en base al aspecto del edificio, diríamos que aquí ya ni se hace pan ni se hace nada, pues aparenta abandono por todos los lados.




Esta pequeña tienda anexa, ¿es donde se vendería el pan de la nave y/u otros productos de la zona?



Pero no desesperemos, que no nos quedaremos sin pan casero. O al menos sin otras provisiones, ya que enfrente de la nave anterior tenemos "La Despensa Manchega", que sí parece que tiene cierta actividad. (Kilómetro 186,200)


Un seguidor de nuestra página de Facebook nos comentó lo siguiente, con respecto a este local: "Este restaurante, cuenta un antiguo camarero que, cuando llegaban festividades, tales como la Semana Santa, la gente parada con los coches en atascazos, se bajaba e iba andando a por bocadillos o cualquier tipo de viandas, mientras otra persona se quedaba en el coche, moviéndolo cuando tocara..."




Antes de abandonar el prolífico término de San Clemente (Cuenca) siguiendo por la N-301, vamos a detenernos en el kilómetro 187, donde encontraremos dos gasolineras Campsa, cada una en un lado de la carretera, que aún siguen abiertas y en funcionamiento (pero en diciembre de 2008, fecha en la que fue tomada la imagen). Actualmente, ambas están cerradas, y no solo eso: la de la derecha ha sido desmantelada por completo. La de la izquierda pasó a manos de Repsol, pero cerró igualmente. El mismo destino ha sufrido el restaurante que se ve a la izquierda, llamado "La Ventica".






Kilómetro 188,500. Dejamos ya el término de San Clemente, y nos adentramos en el de Casas de los Pinos (Cuenca). Al entrar, nos encontramos con este local de venta de queso manchego, "Los Carreteros", que no descartamos que pudiera haber sido también un pequeño restaurante, aunque cerró hace tiempo. Pero justo al lado (en la imagen, al fondo) encontramos el restaurante del Tío Chape (¿no hemos visto ese nombre antes...?), donde en tiempos se pudieron degustar los productos típicos de la región: jamones, quesos, vino (solo si conduce otra persona), etc. También lleva años cerrado.




El restaurante del Tío Chape.




Kilómetro 189,300. Término de Casas de los Pinos (Cuenca). Vamos a parar un momento en esta pequeña gasolinera que aparentemente no está abandonada, pero actualmente también está cerrada. Por todo lo que hemos visto hasta ahora (y veremos), está claro que el descenso del tráfico por esta carretera con los años ha pasado factura a todos aquellos negocios que dependían de él para seguir funcionando.

En el mismo área de servicio, junto a la gasolinera, el mesón "Las Galeras", que sí ha sido capaz de mantener cierta actividad.





Kilómetro 190,500. Término de Casas de los Pinos (Cuenca). Hace un rato que hemos dejado atrás el término de El Provencio y todos los lupanares afincados en las riberas de la carretera, pero en este punto nos volveremos a encontrar con otro local aquí: el "Club Night Star". Eso sí, no parece que tenga mucha actividad, aunque a lo mejor es que no abre hasta más tarde...




No es el único; justo al lado, otro más: el "Club Janeiro". Así tendremos opciones para elegir un "amor" efímero de carretera.






Kilómetro 190,500. No nos movemos del sitio, ya que aquí también se encuentra "La Venta", hotel y restaurante (en activo). Posee un inmenso patio donde se encuentra ubicado este solitario y pintoresco molino. Tengamos cuidado por si aparece Don Quijote por aquí... :-)




Detalle de los edificios principales de "La Venta":



Y algo más adelante, en el kilómetro 190,900, llegamos al cruce con la carretera CUV-8302, que se dirige a Casas de los Pinos. Al lado de dicho cruce, encontramos otro pequeño restaurante más: el "Mesón Sancho Amigo". A pesar de tener un peso pesado al lado ("La Venta"), parece que aún se mantiene abierto y activo.



Por último, queremos hacer una pequeña mención sobre la próxima y pequeña pedanía pinera de Casas de Roldán, de unos 100 habitantes. Esta población, que no es atravesada por la nacional, se sitúa solamente a unos 500 metros de ella. Esta será la última población conquense que encontraremos a lo largo de esta ruta.





Kilómetro 190,900. Término de Casas de los Pinos (Cuenca). Nos vais a permitir que, en este punto, nos desviemos momentáneamente de la N-301; vamos a alejarnos de ella unos metros por la CUV-8302 (carretera a Casas de los Pinos) y detengámonos para observar... ¡el aeródromo de Casas de los Pinos! Un pequeño aeródromo privado, con una pista de asfalto de 825 metros de largo por 25 de ancho, justo al lado de la carretera (agachémonos por si algún avión decide aterrizar ahora, no sea que nos dé en la cocorota...) :-D







Kilómetro 193,800. Después de un largo y fructífero viaje por esta carretera nacional a lo largo de la provincia de Cuenca, toca ya despedirse de ella, mientras la de Albacete nos da la bienvenida y nos invita a seguir nuestro camino.




Desde el otro lado:





Kilómetro 195,100. Minaya (Albacete). A poco que entramos en la nueva provincia, llegamos a esta población, de algo más de 1600 habitantes, última población que nos encontraremos en la vetusta nacional antes de llegar a La Roda y la A-31. Minaya nos recibe con la siguiente estampa: una gasolinera (en funcionamiento) a la derecha y un restaurante, "Los Manchegos", a la izquierda, que parece abandonado...




Sin embargo, que las apariencias no nos engañen: la imagen es de finales de 2008, pero otras imágenes tomadas en febrero de 2011 demuestran que el restaurante ha sido reformado y está en funcionamiento.



Otro restaurante y hostal, "El Cipri", ¿podrá cumplir su promesa de proporcionarnos chuletas a la brasa, o una cama para descansar o pernoctar? En la imagen de 2008 había numerosos vehículos aparcados a sus puertas, sin embargo, en febrero de 2011 está cerrado (al menos a la hora de tomar la imagen), en su puerta se distingue el letrero que nos lo confirma.






Kilómetro 195,300. Vamos a adentrarnos en la población de Minaya (Albacete). En primer lugar, aquí podemos ver una panorámica de la primitiva carretera junto a la variante (que fue construida, probablemente, en los años 60-70). La primitiva carretera sigue recta para adentrarse en el pueblo.




En el kilómetro 195,600 continuando por la variante de la nacional, nos encontraremos con el Hostal Restaurante "Antolín", abierto y activo y en el que podremos degustar los típicos platos de la cocina manchega de la zona.




Antigua N-301, kilómetro 195,600. Minaya (Albacete). Dejamos atrás la variante y continuamos por la antigua carretera. Esto es lo que nos encontramos: una calle principal, ancha y recta al principio, pero que se torna más revirada y un poco más estrecha a medida que nos introducimos en el pueblo. Por ello, no le falta razón al cartel de la derecha, prohibiendo el tránsito de vehículos pesados por la misma. A la izquierda de la imagen, parte la carretera CM-3117, a Casas de Fernando Alonso y San Clemente (Cuenca).




Un poco más adelante, en la Calle Real de Minaya; una toma más de la antigua travesía de la N-301.



Al otro lado del pueblo, este pequeño cartel nos indica hacia dónde debemos ir para coger la actual nacional.





Antigua N-301, kilómetro 196,800. Llegamos al final de la travesía, donde la actual N-301 se une al primitivo trazado. A la derecha, un edificio en ruinas que desconocemos si fue una vivienda, restaurante, etc puesto que la fachada no posee alusión alguna a lo que pudo ser, pero ya han colocado el cartel que anuncia nuevas viviendas, así que mucho no le debe quedar a este vetusto edificio, o quizás sí, quién sabe, con la crisis... Al fondo, vemos un molino que podría hacer enloquecer al mismísimo Don Quijote si nos lo encontráramos por casualidad por aquí.




Nos despedimos ya de Minaya, no sin reparar antes en el hostal-restaurante "Filoso". Actualmente está cerrado, aunque según nos comentan nuestros seguidores en Facebook, es usado para que los temporeros que trabajan en la zona en verano tengan un lugar donde pernoctar. (Kilómetro 197)

Y al lado del restaurante anterior, esta edificación... ¿es algún tipo de nave, quizá una vivienda particular, donde vivan los dueños del restaurante...? Nuestros seguidores nos informaron de que "en tiempos fue un taller mecánico de neumáticos y de servicio oficial, o al menos distribuidor, de Peugeot".




Kilómetro 198,400. Nos llevamos una sorpresa al llegar aquí: ¡volvemos a entrar en la provincia de Cuenca! Aunque si viajáramos en el coche, no nos habríamos enterado de este cambio provincial, pues no hay ningún cartel que nos lo indique. Estamos ahora en el término de Casas de Haro, y nos encontramos con esta pequeña gasolinera completamente abandonada (¿cuántas llevamos ya en toda la ruta?, nosotros ya hemos perdido la cuenta...). No sabemos el año en que cerró, pero hemos averiguado que era una gasolinera Shell, y que solo abría de lunes a viernes durante ciertas horas. Está visto que la provincia de Cuenca no quería despedirse de nosostros sin regalarnos una última sorpresa más. :-)






Kilómetro 200. Término de Casas de Haro (Albacete). Llegamos a este punto kilométrico singular y redondo en nuestro segundo y breve paso por tierras conquenses. Desde aquí, en teoría, 200 kilómetros hasta la Puerta del Sol de Madrid ya que, aunque la carretera comienza en Ocaña, el kilometraje comienza en Madrid. Al margen izquierdo, la típica línea eléctrica y/o telefónica que tantas carreteras tienen. Por desgracia, los postes no son de los antiguos, como sería deseable. Abandonaremos definitivamente la provincia de Cuenca al llegar al kilómetro 203,200 aproximadamente, y como en el caso anterior, no hay carteles que señalicen el cambio de provincia.




Este sería el lugar de cambio de provincia: http://goo.gl/maps/S79lg




Kilómetro 206,700. Entramos al término municipal de La Roda (Albacete), estamos a pocos kilómetros de la ciudad, ¿no oléis ya a miguelitos? :-D Por desgracia, creo que llegamos algo tarde a la Gran Barbacoa que aún se anuncia en este desvencijado local. ¡Con lo que me apetecía una parrillada! :-( Toda alusión al nombre u otros datos del restaurante seguro que ya desaparecieron de la fachada o alrededores hace tiempo.



Kilómetro 207,300. Término de La Roda (Albacete). A unos centenares de metros del local anterior encontramos este "Mesón Manchego" en el que podríamos saciar nuestro apetito con productos manchegos típicos... ¡Espera! ¿Está cerrado? Sí, pero no de forma definitiva: permanece activo, pero nuestros seguidores en Facebook nos informaron de que cierran todos los lunes. En la imagen de febrero de 2011 aparecen algunos coches y camiones aparcados alrededor del establecimiento, pero en esta imagen de julio de 2012 no se ve un alma, lo que induce a pensar que el coche de Street View pasó por aquí un lunes.






Kilómetro 209,400. Término de La Roda (Albacete). Bueno, nos hemos quedado sin comer en las dos últimas paradas en nuestra ruta. Pero ya se sabe que cuando Dios cierra una puerta (dos en nuestro caso), abre una ventana. Por cierto, bastante grande, pues a punto de llegar a La Roda y a la autovía de Alicante, A-31, nos encontramos con el Restaurante Juanito, posiblemente abierto a finales de los 80. No obstante, el Restaurante Juanito primigenio (que además es también un hotel) se encuentra en el centro de La Roda, precisamente en la antigua travesía de la nacional, gozando aún de gran popularidad entre los rodenses.





Kilómetro 210,100. Término de La Roda (Albacete). Y como todo en esta vida se acaba, la N-301 no iba a ser menos, pero antes de despedirse de nosotros y fundirse con la A-31, nos da la oportunidad de poder desviarnos a la primitiva travesía de la nacional. Toca elegir, ¿a dónde nos dirigiremos? Efectivamente, lo habéis adivinado, ¡nos vamos a La Roda!
(Ojo, sabemos que la nacional termina en Cartagena, antes nos referíamos a que la nacional tal como la hemos visto hasta ahora desaparece bajo la autopista, se funde con ella, pero continúa adelante, por supuesto ;-) )




Como apunte, comentar que la variante de la N-301 en La Roda se abrió allá por 1988, y fue aprovechada para construir sobre ella la citada autovía A-31.


Antigua N-301, kilómetro 210,700. Estamos al comienzo de la travesía de La Roda (Albacete), al noroeste de la población. Esta parte de la travesía ha sufrido un buen lavado de cara, solo hay que comparar las diferentes imágenes de 2008 y 2012. Antes de la remodelación, existían señales antiguas de inicio y fin de poblado, hoy ya han desaparecido.




La comparativa del ayer y del hoy:
(Imagen dic 2008) http://goo.gl/maps/xj2I2



(Imagen jul 2012) http://goo.gl/maps/IsMi9




Antigua N-301, kilómetro 211,100. Travesía de La Roda (Albacete). De las fábricas que debieron instalarse aquí hace décadas, hoy solo quedan estas dos imponentes chimeneas de fábricas de cerámica como recuerdo de tiempos pasados. Una, en este punto; la otra, unos 100 metros más adelante.





Antigua N-301, kilómetro 211,600. Travesía de La Roda (Albacete). En la Calle Mártires, encontramos este taller mecánico, que probablemente lleve aquí algunas décadas. No sabemos si tendrá la misma afluencia de coches que en los tiempos en los que esta calle era la única vía para atravesar el pueblo y llegar al sur del Levante español, pero al ser La Roda una gran población, pensamos que no faltarán clientes (o eso esperamos).






Antigua N-301, kilómetro 211,900. Travesía de La Roda (Albacete). Seguimos en la Calle Mártires, y llegamos al primitivo cruce con la C-313 (La Roda-Sisante, actuales AB-101/CUV-8306), aún un viejo cartel nos lo recuerda en la esquina. Por aquí también llegaremos a la CM-3114 que se dirige a Villalgordo del Júcar.




Justo al lado, una de las tiendas donde se venden los famosos y deliciosos miguelitos de La Roda: "El Arca de Noé".



Mientras avanzamos por la travesía, encontramos más tiendas donde los venden:

Además, nos encontramos con el Restaurante Juanito del centro de La Roda, del que hablamos hace unas imágenes, ¿os acordáis? (Antiguo kilómetro 212,100)





Antigua N-301, kilómetro 212,200. Travesía de La Roda (Albacete). En la confluencia de las calles Mártires y Alfredo Atienza (las que conforman la travesía), encontramos este antiguo leguario (o eso creemos), sin ninguna inscripción. Es posible que marcara la distancia hasta Ocaña (150 kilómetros, unas 27 leguas) y Madrid (212 km, unas 38 leguas), si es que este fue su emplazamiento original. Aunque también podría haber marcado las distancias a Albacete (34 km, unas 6 leguas), Murcia (180 km, unas 32 leguas), o quizá Alicante (200 km, unas 36 leguas). Lo desconocemos.




Una seguidora de nuestra página de Faceboook nos dejó esta página donde, efectivamente, se confirma que era un leguario. Además, se explica que esta zona céntrica de La Roda es llamada "La miliaria" entre sus vecinos, y puede deberse precisamente a la existencia de este leguario, mal llamado "miliario", o piedra que se utilizaba en las calzadas romanas para especificar las distancias a las diferentes poblaciones; o también a que realmente hubiera un miliario romano en este mismo punto.


Más tiendas de miguelitos, por cierto. :-) Esta, a unos metros de la plaza donde se sitúa el leguario: "La Moderna".




Antigua N-301, kilómetro 212,100. Travesía de La Roda (Albacete), ya en la Calle Alfredo Atienza. Hasta dentro de La Roda encontramos algún que otro abandono. Este, en concreto, debe tratarse de una (muy) antigua casa de pueblo típica, de las que debió haber antes de que llegaran los modernos bloques de pisos circundantes.






Antigua N-301, kilómetro 212,900. Travesía de La Roda (Albacete). Continuando por la Calle Alfredo Atienza, alcanzamos otro primitivo cruce de carreteras: a la izquierda, parte la actual CM-3106 (antigua C-312) hacia Tarazona de la Mancha. Un cruce presidido, por un imponente torreón. ¿De qué se trata? No estamos seguros, pero creemos que es un depósito de agua, eso sí, con una peculiar forma.


http://goo.gl/maps/K6q0N




Aún sobrevive una de las antiguas señales que anuncia el cruce.

http://goo.gl/maps/xFap8





Antigua N-301, kilómetro 213,000. Travesía de La Roda (Albacete), Calle Alfredo Atienza. Un pequeño vestigio de antaño: esta pequeña y curtida señal de gasolinera, que todavía resiste en esta vieja travesía.


http://goo.gl/maps/IVFX0




Por cierto, la gasolinera a la que hace referencia aún existe, a unas decenas de metros:

http://goo.gl/maps/fJBzf


Y entre la señal y la gasolinera, un taller mecánico. Queda alguno más entre este punto y el final de la travesía.

http://goo.gl/maps/d1jwq





Antigua N-301, kilómetro 213,100. Travesía de La Roda (Albacete), Calle Alfredo Atienza. Localizamos estos viejos anuncios y rótulos en la fachada de un edificio, a semejanza de todos aquellos rótulos que antaño llenaban fachadas y fachadas en las riberas de nuestras carreteras, y que por desgracia, o han desaparecido ya, o se encuentran en un estado deficiente. Incluso alguno de los negocios que aquí se anuncia no existe ya, nos referimos en concreto al electricista: este edificio, según reza un rótulo prácticamente borrado en la fachada que da a la carretera, este era un taller eléctrico, y por lo que parece, se encuentra ya cerrado. (Justo al lado, se encuentra la gasolinera mencionada anteriormente.)


http://goo.gl/maps/L3I4x





Antigua N-301, kilómetro 213,700. Travesía de La Roda (Albacete). Abandonamos ya esta población habiendo recorrido la antigua travesía de la nacional. Este vetusto cartel de final de población que nos despide, con el cajetín "N-301" en su parte superior, nos recuerda que, efectivamente, en algún momento la nacional pasó por aquí. Pero ahora toca proseguir nuestro camino. Por cierto, el viejo cartel de entrada también se conserva, pero sin el cajetín de la carretera.


http://goo.gl/maps/vUggr




A partir de ahora, la nacional desaparece completamente dejando paso a la A-31.

http://goo.gl/maps/KM2Hy



No obstante, aún tenemos una oportunidad de comprar miguelitos, en caso de no haberlo hecho todavía (algo que se nos antoja ciertamente improbable :-) ): "Miguelitos Ruiz". (N-301, km 214,600 / A-31, km 40,600)

http://goo.gl/maps/vx5Ag





N-301, km 217,600 / A-31, km 43,600. Circulando por la A-31, antaño N-301, salimos de la Roda (Albacete), pero no de su término municipal todavía. En este punto, nos cruzamos con el trasvase Tajo-Segura, construido entre los años 1966 y 1979 para abastecer de agua a las comarcas del Levante que dependen de este segundo río y que, como todos sabemos, no es demasiado caudaloso. Además, un monumento se yergue junto al canal, como elemento conmemorativo de la construcción del mismo. Desconocemos el año de su fabricación y colocación, pero sabemos que su autor fue el escultor Ramón Lapayese, y originariamente llevó una placa que homenajeaba al ingeniero Manuel Lorenzo Pardo, precursor de la unidad hidrográfica de España y de la interconexión de las cuencas del Tajo y del Segura.


http://goo.gl/maps/o4fPt




Detalle del canal:

http://goo.gl/maps/ucAOa



Este monumento sufrió un acto vandálico en el año 2012. Según las investigaciones llevadas a cabo, un vecino rodense sustrajo algunas partes de la estatua para venderlas. Según el artículo de prensa que citamos a continuación, esta persona obtuvo 188 euros por ello, que podemos compararlos con los 5000 euros que estiman que costará reparar la escultura. En fin... :-( A día de hoy, aún no ha sido reparada. Leer artículo en laverdad.es


Podemos hacer una comparativa de la estatua original con su estado actual. Vemos que el citado vecino rodense amputó los brazos y antebrazos de las dos esculturas, así como el ánfora que sostenía una de ellas.

Imágenes:
http://www.scrats.com
http://www.laverdad.es/murcia/20120911/local/provincia_albacete/detenido-autor-destrozos-monumento-201209111330.html





N-301, km 224,500 / A-31, km 50,500. Término de Montalvos (Albacete). Llegamos a esta gasolinera, a la que se accede por la calzada de sentido a Albacete. A diferencia de todas las que hemos ido viendo hasta ahora, seguro que esta, al estar junto a una autovía transitada, no deberá pasar demasiados apuros para mantenerse abierta (y eso esperamos, por supuesto).


http://goo.gl/maps/HNWMB






N-301, km 225,800 / A-31, km 51,800. Término de Montalvos (Albacete). En la salida 52, en el desvío de la carretera AB-100 hacia la citada población, nos topamos con este gran restaurante: "Los Abades de la Gineta", perteneciente a la red "Exit" de áreas de servicio; abre las 24 horas del día, con buenas instalaciones. Incluso uno de los administradores de la página ha parado a comer aquí dos o tres veces, hace años ya, eso sí, como pequeño descanso durante sus viajes vacacionales al Levante.


http://goo.gl/maps/WAAx2




La entrada. http://goo.gl/maps/neBTw






N-301, km 229,700 / A-31, km 55,700. Nos acercamos a la población albaceteña de La Gineta, de algo más de 2500 habitantes; la tercera de esta provincia que la nacional atraviesa (o más bien, atravesaba hasta que se construyó la primera variante). En la imagen, salida 55 hacia La Gineta y la N-320 hacia Cuenca (transferida en 2007 a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha entre estas dos poblaciones, bajo el nombre de CM-220). La calle que se ve en el centro de la imagen corresponde a la primitiva travesía.


http://goo.gl/maps/ex6Xa




La travesía, en detalle. El comienzo de la misma, en la Calle Camino Real. Este es el cruce de la travesía con las primitivas N-320 (izquierda) y AB-701 (antigua CVL-6, derecha). Si nos acercamos a la señal que se ve en el centro de la imagen, que indica la dirección a tomar para llegar a Tarazona y Motilla del Palancar, veremos que esta segunda población está mal rotulada como "Montilla del Palancar".

http://goo.gl/maps/68O3n - http://goo.gl/maps/Or6MB





Una toma más de la travesía (Calle Camino Real), donde las marcas viales delatan el estatus que esta calle tuvo en el pasado.

http://goo.gl/maps/sTNjI



En esta parte la travesía llega a convertirse en algo relativamente claustrofóbico. Imaginemos dos camiones de la época confluyendo en un punto como este... :-P

http://goo.gl/maps/Q3Zni






N-301, km 230,600 / A-31, km 56,600. La Gineta (Albacete). Volvemos a la carretera, y avanzamos para encontrar el único vestigio de la antigua nacional que se conserva entre La Roda y Albacete: descubrimos la primera variante que se construyó, que además se encuentra desdoblada. Seguiremos explorándola.


http://goo.gl/maps/qEJKm




Esta es la situación de los restos de dicha variante (en rojo), situada entre el pueblo y la actual autopista.




Y a unos metros, en la autovía, esta curiosa señal: a 1250 metros... nada. Muy bien. :-P Esta señal ya no existe.

http://goo.gl/maps/HiHZB





Antigua N-301, kilómetro 231. Entramos en la primera variante de la N-301 en La Gineta (Albacete). Como dijimos en el anterior "post", esta variante está desdoblada, posee una calzada de dos carriles por cada sentido de circulación, pero hoy, ambas calzadas son de dos sentidos. Eso sí, aún se conservan pequeñas señales que delatan el pasado de esta antigua carretera por la que ya nadie transita. Este sería la calzada que se dirigía a Albacete.


http://goo.gl/maps/xpR0G





En la calzada de sentido a Madrid, también sobrevive el hito kilométrico.

http://goo.gl/maps/82f9f



A unos metros, en la misma calzada, estas viejas señales pintadas en el suelo que limitaban la velocidad a 100 km/h. Ambas han sido tapadas, y una de ellas ha sido sustituida por un límite de velocidad a 50 km/h establecido en sentido contrario al original.

http://goo.gl/maps/eUqRu





Antigua N-301 kilómetro 231,300. La Gineta (Albacete). En este punto de la antigua variante, la vieja calzada de sentido a Albacete se desvía, haciendo que la original desaparezca bajo la tierra. Solo perdura la de sentido a Madrid, para continuar hacia adelante.


http://goo.gl/maps/XFbH7




Pero aún son visibles los restos de la misma; por ejemplo, mirad estos reflectantes a ambos lados de la "no-calzada".

http://goo.gl/maps/nba1r





Antigua N-301, kilómetro 231,800. La Gineta (Albacete). Alcanzamos el punto donde la primitiva travesía se junta con esta antigua variante en desuso. Hemos llegado al final de la antigua nacional y sus vestigios a su paso por la población; toca retomar la autovía A-31.


http://goo.gl/maps/OEIhy




¿Os acordáis de la imagen anterior, donde vimos una de las calzadas de la variante enterrada? Esta es la vista desde la rotonda donde confluyen travesía y variante. Hoy, solo queda una especie de pista de tierra que alberga debajo el viejo asfalto. Quizá, con un todoterreno...

http://goo.gl/maps/DjIZu



Última toma de la vieja carretera. Aquí, en ambas calzadas se han suprimido uno de los dos carriles que existían en ellas. Unos metros más adelante, la antigua nacional se funde de nuevo con la A-31. (Antiguo kilómetro 232)

http://goo.gl/maps/G80vj





N-301, km 235 / A-31, km 61. Nos encontramos con un nuevo área de servicio, "La Gineta Autovía", cuya entrada (en la calzada sentido a Madrid) está presidida por un Toro de Osborne, el segundo que nos encontramos en nuestra ruta por la nacional. Al otro lado de la carretera, se encuentra la Urbanización Los Olivos.


http://goo.gl/maps/9T9EM




En junio de 2014, podíamos ver a este toro así: decapitado. Probablemente se trate de un acto vandálico, pero no hemos encontrado información al respecto. Actualmente ya está reparado.

http://goo.gl/maps/EcUv0





N-301, km 236,800 / A-31, km 62,800. Localizamos este negocio de desguace de vehículos: "Desguaces El Chicho". Un elemento típico que se podía contemplar en gran número de las carreteras españolas de antaño, y compartiendo protagonismo con otros elementos igualmente usuales como los talleres mecánicos, los Toros de Osborne, o las casillas de peones camineros, por citar algunos ejemplos. Aunque en este, a diferencia de los desguaces del pasado, no vemos grandes y numerosas torres de coches desvencijados, en una lenta agonía hacia su destrucción definitiva; esa es una estampa que se ha ido perdiendo en los últimos años.


http://goo.gl/maps/Z1n4D




Este es uno de los primeros vídeos que hicimos, hace ya más de dos años, donde hablamos de estas instalaciones, prácticamente en extinción. En ellas, torres y torres de herrumbrosos y retorcidos vehículos concentraban años de la historia automovilística de nuestro país, ofreciendo una especial e indómita belleza a todo aquel que estuviese dispuesto a pararse a contemplarla.




También tenemos un artículo sobre el tema, publicado en este mismo blog:






N-301, km 237,200 / A-31, km 63,200. Este es el cruce de la antigua nacional con la línea de alta velocidad (LAV) Madrid-Alicante, uno de los cuatro ramales en los que se divide la llamada "LAV Madrid-Levante" (el resto de ramales van a Valencia, Cartagena y Almería, respectivamente). Este tramo de vía en concreto, desplegado entre Albacete y La Encina (Alicante), entró en funcionamiento el 17 de junio de 2013.


http://goo.gl/maps/2Qbd2




La vía férrea. Siguiéndola, llegaremos a Alicante.

http://goo.gl/maps/x21Un





N-301, km 239 / A-31, km 65. Al lado de otra pequeña urbanización, El Trigal, se halla "Campollano II", un área de servicio bastante extensa, con gasolineras a ambos lados de la carretera, varios restaurantes y bares, y hasta un hostal donde poder pernoctar en caso necesario. Vamos, que no falta de nada. Entre los citados retaurantes, destaca uno en particular, por su curiosa forma: el café-bar "El Molino", que ofrece una gran variedad de raciones y platos combinados, aunque su especialidad reside en los platos de productos manchegos de la zona. Además, disponde de una tienda donde adquirir productos típicos de la zona, como embutidos o dulces.


http://goo.gl/maps/KTkPy




El café-bar "El Molino".

http://goo.gl/maps/6JXES





N-301, km 242,300 / A-31, km 68,300. Hacía tiempo que no veíamos uno de estos desde que pasamos por El Provencio y Casas de Roldán (Cuenca), que fue donde vimos el último, pero sí, aquí tenemos uno más. Este club de carretera, en el término de Albacete y a escasos kilómetros de la ciudad. No logramos encontrar el nombre del local por sus azules fachadas. Lo que sí nos indican es el camino que hemos de tomar para llegar.


http://goo.gl/maps/qltEh




¿Fachadas azules? Hoy sí, pero en noviembre de 2008 tenía este aspecto. Además, en el tejado se alzaba el letrero que ponía "CLUB", el cual ya no existe en las imágenes modernas, de abril de 2014.

http://goo.gl/maps/moYU6






Antigua N-301, kilómetro 240. En primer lugar, explicar por qué hemos bajado del kilómetro 242,300 de la imagen anterior al 240 en este, cuando claramente hemos avanzado. Sencillo: en las décadas de los años 70-80, aquí caía el km 240, y cuando posteriormente se construyó la variante de Albacete (la que hoy es la A-31), este antiguo kilometraje permaneció inalterable a los cambios de kilómetros que sufrió la nacional principal: por ello, tenemos este desfase de kilómetros entre trazados. Esto puede observarse en los antiguos mapas del IGN.

Dicho esto, veamos qué tenemos en la imagen: es la entrada noroeste a Albacete por el polígono industrial Campollano, el más grande de Castilla-La Mancha y uno de los más importantes de la zona, con todo tipo de industrias. Durante unas decenas de metros, desde la salida de la A-31 hasta llegar a las dos gasolineras del fondo, se nota la esencia de lo que fue la vieja nacional; a partir de ahí, esta se desvirtúa debido a su desdoblamiento.


http://goo.gl/maps/KaII1




Aun así, encontramos algún vestigio. Este, en forma de hito kilométrico antiguo, a dos kilómetros de la autovía. En el sentido contrario no se conserva. (Antiguo kilómetro 242)

http://goo.gl/maps/TYq80





Antigua N-301, kilómetro 243,700. Albacete, Carretera de Madrid. Entramos a la ciudad propiamente dicha, famosa por su industria cuchillera, vigente desde el siglo XV, lo que hace que reciba el apodo de "Ciudad de la Cuchillería". Pero no solo de los cuchillos se ha vivido, también ha existido tradicionalmente una importante industria agro-ganadera. En los últimos años, se han abarcado varios sectores como la industria automovilística, energías renovables, aluminio, aeronáutica, etc.


En este punto es donde empieza la Circunvalación de Albacete, una vía construida a principios de los años 50 y por la que durante muchos años discurrió la N-301, por lo que estaban obligados a atravesarla todos aquellos conductores que se dirigían desde Madrid a poblaciones como Murcia o Alicante (y viceversa), así como otros destinos, con los consiguientes atascos y retrasos, hasta que se construyó en el año 1987 la variante que constituye actualmente la autovía A-31.


Hasta hace unos 5-10 años, en esta vía existían hitos kilométricos metálicos que atestiguaban el trazado de la nacional por la ciudad, pero cuando se acometió la completa renovación de esta vía, desaparecieron completamente. Esta nueva vía fue concebida como un museo al aire libre, por lo que a lo largo de su recorrido, encontraremos diversas esculturas de diferentes artistas, que iremos enseñando en este reportaje, según vayamos recorriendo la circunvalación.


De momento, nos hemos situado en su punto de inicio, en la Plaza de la Tamos (situada algo más adelante). A la izquierda de la imagen, está la calle con el acertado nombre de Casas Ibáñez, ya que esta fue la antigua N-322 que se dirigía a dicha población y a Requena (Valencia).


http://goo.gl/maps/GKDl8




En este punto se separan el trazado primitivo de la nacional de la circunvalación. En este mapa hemos resumido cuál ha sido la evolución del trazado de la N-301 a su paso por la ciudad de Albacete. En verde, mostramos nuestras hipótesis de cuáles pudieron ser los trazados más primitvos (no estamos seguros de por dónde pasó exactamente): uno de los trazados discurriría por las calles de Baños, Caba, Tinte y Santa Quiteria; y el otro, por la Avenida Isabel la Católica y las calles Padre Romano y Concepción. Posteriormente, el trazado representado en amarillo, vigente hasta los años 50, evitaba la ciudad por el norte, y son las actuales Avenida Menéndez Pidal, Calle Ramón y Cajal, Paseo de la Cuba, Calle Alcalde Concepción y Calle Hermanos Falcó. A partir de los 50, se desvía el tráfico por la circunvalación (representada en rojo), formada hoy por las calles La Roda, Benavente, Paseo de la Circunvalación, Capitán Cortés, Hellín y Almansa (esta última no formó parte de la N-301). En azul, figuran el resto de carreteras que confluyen en Albacete (N-322, N-430, CM-332 y CM-3203).






Antigua N-301, kilómetro 244,500. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle de La Roda. En este punto, llegamos al cruce con la N-430 (que parte desde la plaza, hacia la derecha de la imagen) a las poblaciones de Barrax (Albacete), Ruidera (Cudad Real), Manzanares (Ciudad Real)... y por supuesto, Badajoz.


http://goo.gl/maps/XDKMT






Antigua N-301, kilómetro 245. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle Benavente. En esta ocasión, la carretera que confluye aquí es el otro ramal la N-322 que se dirige a Úbeda (Jaén), Linares (Jaén), Bailén (Jaén), y finalmente, Córdoba.


http://goo.gl/maps/vgN10






Antigua N-301, kilómetro 245,900. Albacete. Circunvalación de Albacete, Paseo de la Circunvalación. Nos encontramos con la primera de las esculturas que conforman el concebido "museo al aire libre" tras la reciente remodelación de esta vía. Esta se llama "Movimiento", correspondiente al escultor Joaquín García Donaire; podéis verla a la derecha de la imagen.


http://goo.gl/maps/pudbt








Antigua N-301, kilómetro 246. Albacete. Circunvalación de Albacete, Paseo de la Circunvalación. Unos metros más adelante, la segunda de las esculturas nos recibe en la glorieta donde confluye la calla Méjico: "Atmósfera", obra de Quijano, Noguerol y Rivas.


http://goo.gl/maps/FZObS








Antigua N-301, kilómetro 246,100. Albacete. Circunvalación de Albacete, Paseo de la Circunvalación. La tercera escultura en nuestro camino, que se ve a la derecha de la imagen, sobre un pedestal de mármol: "Geometría", una serie de tres esculturas realizadas por Eloy Tortosa. Esta que vemos es una de ellas, el resto se encuentran repartidas en un radio de unos pocos metros. En concreto, esta que vemos aquí es "Geometría 2".


http://goo.gl/maps/LjXRY






Las otras dos estatuas:


"Geometría 1": http://goo.gl/maps/0o9ya




"Geometría 3": http://goo.gl/maps/XwfOT






Antigua N-301, kilómetro 246,300. Albacete. Circunvalación de Albacete, Paseo de la Circunvalación. Una nueva escultura (bueno, en realidad, dos), a la derecha: "Adán y Dorífero", de José Luis Sánchez. ¿Y quién sería quién? La estatua que se ve a la derecha desde nuestra perspectiva sería la que representa a Adán, mientras que la otra representaría a Dorífero. Además, este es el punto donde parte la carretera CM-3203 (Carretera de Las Peñas) hacia Peñas de San Pedro (Albacete), también hacia la derecha de la imagen.


http://goo.gl/maps/0mXwb






Metros después de abandonar la circunvalación por la CM-3203, veremos esta pequeña y antigua señal de confirmación que aún sobrevive.

http://goo.gl/maps/L9PXQ





Antigua N-301, kilómetro 246,900. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle Hellín. Una nueva escultura de nuestro mueso al aire libre; eso sí, esta se encuentra bastante alejada de la calle, por lo que hay que forzar un poco la vista y escudriñar la imagen para encontrarla. Esta es otra escultura realizada por Joaquín García Donaire, y recibe el nombre de "Maternidad".


http://goo.gl/maps/bG3yu








Antigua N-301, kilómetro 247. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle Hellín. Esta escultura, llamada "Torso", también ha sido creada por Joaquín García Donaire.


http://goo.gl/maps/9POif








Antigua N-301, kilómetro 247,400. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle Hellín. Una nueva obra de arte, pero esta vez, no se trata de una estatua. Ahora, nos toparemos con dos mosaicos hechos por el mismo autor, el artista Quijo, a base de teselas de mármol, granito, azulejo y hormigón. Ambos mosaicos están situados a pocos metros el uno del otro. El que vemos a la derecha de la imagen, que es el primero de ellos, se llama "Signo".


http://goo.gl/maps/xmron








Antigua N-301, kilómetro 247,400. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle Hellín. Como comentamos en el anterior "post", en este punto existen dos mosaicos realizados por el artista Quijo, y ya vimos el primero de ellos. El segundo es el que mostramos aquí, y se llama "Estructura", realizado con la misma técnica que el anterior.


http://goo.gl/maps/NPwXl






Además, podemos aprovechar para ver qué aspecto tenía este punto concreto de la circunvalación a mediados de los años 80, pues tenemos una fotografía que se publicó en el número 12 de la revista "Tráfico" (junio 1986), en concreto, en la sección "Kilómetro a kilómetro", donde se exponía información y fotografías sobre diversas carreteras que conformarían ejes importantes de comunicación. En concreto, este reportaje, titulado "Por los castillos hacia el Mare Nostrum. Albacete-Alicante (N-430 y N-330)", se centraba en las carreteras N-430 y N-330 utilizadas para alcanzar Alicante, y Albacete era el punto de partida. La comparación no tiene desperdicio. Desde luego, nada de lo que se ve (referente a elementos de la carretera) ha perdurado hasta hoy.

(Si alguien quiere consultar este y otros artículos de la revista "Tráfico": http://es.scribd.com/miliar_scribd)





Antigua N-301, kilómetro 247,700. Albacete. Circunvalación de Albacete, Calle Hellín. Hemos llegado al punto donde la circunvalación se separa de la N-301. Hacia la izquierda, la Calle Hermanos Falcó, antiguo trazado de la N-301 por el centro de la población, y por el que nos vamos a desviar para ver un vestigio de la antigua nacional. Recto, se continúa por la circunvalación (Calle Almansa), hacia el ramal de la N-430 que se dirige a Almansa (Albacete), Alicante y Valencia. Hacia la derecha, la N-301 (renombrada a N-301a), por la que nos dirigiríamos a Murcia y Cartagena, entre otras poblaciones.


http://goo.gl/maps/81eee




Hemos visto todas las obras de arte del museo al aire libre en el que se ha convertido la circunvalación, menos una, ya que esta no cae en el trazado de la antigua N-301. No obstante, para que la visita no quede incompleta, la pondremos por aquí. Esta es la última estatua, "Escudo sobre Ara", otra obra realizada por José Luis Sánchez, situada en el cruce de la circunvalación con la N-430 (derecha) y la Calle Valencia (antiguo trazado de dicha nacional, izquierda).

http://goo.gl/maps/UxshD





Llegamos a la Plaza Alberto Mateos, donde confluyen las calles Hermanos Falcó (antigua N-301), Diego de Velázquez, Puerta de Valencia, Lozano, Alcalde Conangla, Vistabella y Carretera de Valencia (antigua N-430). En este punto, un gran y antiguo anuncio servía para dar a los viajeros de antaño la bienvenida a Albacete, cuando debían pasar por aquí; y además, indica la situación del restaurante "Nuestro Bar" (aún abierto en el mismo emplazamiento), donde se definen como "típico rincón manchego".


http://goo.gl/maps/OEC99






N-301a, kilómetro 248,200. Salimos ya de Albacete por la nacional, que se dirige a Murcia y Cartagena, a través de poblaciones como Pozo Cañada, Tobarra, Hellín, Cieza... Justo en este punto, pervive una señal antigua y bastante curtida por los años, indicando el camino hacia la lonja municipal.


http://goo.gl/maps/UzFhu






Como ya dijimos en la introducción de este artículo, finalizamos aquí nuestra primera andadura por la N-301. Espero que este viaje virtual a lo largo de todos los antiguos vestigios que aún conforman la historia palpable de esta carretera haya sido de vuestro agrado, y que hayáis disfrutado tanto como nosotros a la hora de elaborar este reportaje. Desde luego, sabemos que la N-301 no acaba aquí, que continúa hasta Murcia y Cartagena (lugar donde la nacional finaliza), y que aún quedan muchas curiosidades y secretos por desvelar. Pero ello, en todo caso, se abordará en otro reportaje distinto, que no descartamos realizar en un futuro próximo, y que sería algo así como una segunda parte de este que hemos hecho, y que enlazaremos aquí cuando lo hayamos terminado.

EL CORTE DEFINITIVO DEL TRAMO DE LA PRIMITIVA N-III ENTRE OLIVARES, VALVERDE DE JÚCAR Y HONTECILLAS EN EL NO-DO.

ESPERANDO LA MUERTE EN LA NACIONAL 301 (12 de Agosto de 1989). (Primera parte).

$
0
0


Está usted ahí sentado esperando la muerte, me dijo un día el psicólogo argentino de la Seguridad Social que me atendía durante un breve período de tiempo allá a mediados de los años noventa del pasado siglo. Y a continuación, observando mi casco de motorista que reposaba en la silla contigua, y como si quisiera restarle brutalidad a la frase anterior, añadió con un punto de cordialidad: ¿ha venido usted con su moto?

La pregunta era del todo absurda, desde luego, porque no iba a haber venido a la consulta en una moto robada, pero no estaba yo de humor para intentar una interpretación correcta de la sintaxis peculiar de un psicólogo argentino de cierto prestigio (todavía recuerdo su nombre), eventualmente contratado por la Seguridad Social española. Pero sí, había venido con mi moto, porque a pesar de que sufría con frecuencia mareos, vértigos y paralizantes crisis de ansiedad como consecuencia de una somatización de mi angustia existencial, precisamente el poder seguir montando en moto -y aunque mis trastornos y el consumo de fármacos lo desaconsejaran absolutamente-, era la única manera de sentirme vivo y de aplazar esa muerte esperada que me había pronosticado el psicólogo. Y por supuesto no utilizaba la moto sólo para mis habituales desplazamientos urbanos al consultorio de la Seguridad Social, sino que con alguna asiduidad viajaba también por carretera centenares o miles de kilómetros pese a encontrarme de baja laboral en mi trabajo ferroviario. Quizá no estuviese esperando la muerte, pero por si acaso se presentaba de repente, había decidido vivir deprisa y peligrosamente, casi con una obstinación rebelde y transgresora, apurando cada experiencia vital como si fuese la última, y de este modo la carretera me causaba una especie de vertiginoso mal de altura y me transmitía un aluvión de sensaciones tan tóxicas y desconcertantes como los efectos de una droga. Pero esta es otra historia, a la que ya nos acercamos de pasada y con anterioridad en este blog:




Y sin embargo, un día de verano de seis años antes, cuando aún no tenía la cabeza enturbiada por ningún conflicto existencial ni estaba sentado en la consulta de un psicólogo esperando pasiva y resignadamente mi propia muerte, ésta se me presentó de improviso en la carretera, y fue entonces cuando verdaderamente la estuve esperando y temiendo como una terrible consumación,porque dada la situación y la gravedad del probable desenlace que durante interminables segundos se anunció ante mis ojos, no podía esperarse otra cosa, salvo que se esperase únicamente un milagro.


 
Era el mediodía del 12 de Agosto de 1989, y viajaba desde Madrid en solitario por la N-301 de camino a la costa mediterránea a bordo de una modesta Yamaha SR-250 con motor monocilíndrico de cuatro tiempos y 20 cv. de potencia, un modelo muy popular en la época entre los mensajeros españoles, al tratarse de una moto urbana y económica por excelencia. Sin embargo, sus humildes prestaciones, la limitada calidad de sus componentes mecánicos y el escaso confort de marcha y seguridad que ofrecía no hacían de ella la máquina ideal para largos desplazamientos por carretera, pero aún así muchos motoristas neófitos que no éramos mensajeros nos iniciábamos en el mundo de las dos ruedas con este modelo. Y a mí estuvo a punto de costarme la vida apenas año y medio después de haberla estrenado.

Hasta el momento del percance, el viaje no había presentado ninguna incidencia destacable, y a velocidades de crucero de 80-100 kms/h., que eran las que desarrollaba esta moto, los kilómetros iban cayendo con un promedio razonable para una carretera nacional española de los años ochenta. Tampoco los turismos viajaban mucho más deprisa entonces por este tipo de vías. Los 10 litros del depósito de combustible de la Yamaha y su ajustado consumopermitían una muy aceptable autonomía de 200 kms., de modo que tenía previsto hacer la primera parada en las proximidades de Minaya (Albacete). Sin novedad había ido dejando atrás las tediosas travesías de Villatobas, Corral de Almaguer y Quintanar de la Orden, pero disfrutaba rodando de forma tan demorada y un tanto indolente por esta carretera que formaba parte esencial de mi biografía viajera de la infancia. Era la nostalgia, por encima de todo, la que me empujaba a recorrer la N-301 una y otra vez en un continuo periplo meridional de ida y vuelta al Mediterráneo. Incluso he vuelto a hacerlo ocasionalmente en fechas muy recientes, porque el imperativo de la nostalgia es recurrente y no puede ser desobedecido sin incurrir en imperdonable traición a uno mismo. 

Crucé Mota del Cuervo, y en la primera recta interminable que buscaba el horizonte en suave descenso fui abriendo el acelerador y dejé que la moto se embalase impulsada por un ligero viento de cola. Caía un sol de plomo sobre la carretera. La escala del velocímetro estaba graduada de 0 a 160 km/h., una velocidad absolutamente impensable para esta moto, pero la aguja fue subiendo muy lentamente hasta los 110, 120 y 130 mientras el motor monocilíndrico vibraba con una trepidación catastrófica y la aguja del cuentavueltas entraba en la zona roja de las 8.500 revoluciones por minuto (de manera también testimonial esta escala estaba graduada hasta las 10.000, porque a ese sobrerrégimen el motor sin duda reventaría). Un Simca 1200 se interponía en mi camino apenas cincuenta metros por delante, pero la carretera aparecía despejada al frente, de modo que miré por los espejos, accioné el intermitente y salí al carril izquierdo para proceder a la maniobra de adelantamiento sin cortar gas. Le alcancé y empecé a rebasarle con holgura, pero antes de poder finalizar la maniobra y regresar al carril derecho se me abrieron de golpe las puertas del infierno. Veinticinco años después todavía recuerdo la cara de espanto del conductor del Simca. Pero sobre todo no he conseguido olvidar mi propia sensación de angustia sabiendo que aquellos eran mis últimos segundos de vida.



CONTINUARÁ



II CONCURSO "DESCUBRE LA CARRETERA". Enero 2015.

$
0
0


DOS HITOS KILOMÉTRICOS EN BARRO, A ESCALA 1:10, DE PREMIO. COMPLETAMENTE ARTESANALES, ÚNICOS E IRREPETIBLES, MODELADOS Y PINTADOS A MANO (no se trata de los dos ejemplares de muestra que aparecen en la imagen superior).

Después de visualizar el video, puedes obtener las Bases completas del Concurso AQUÍ.




ESPERANDO LA MUERTE EN LA NACIONAL 301 (12 de Agosto de 1989). (Segunda parte). Dios y el diablo jugando a los dados en la carretera.

$
0
0





De improviso, la moto sufrió una sacudida trasera, violenta y seca como un trallazo, comenzó a derrapar sin control, y en consecuencia, perdió su trayectoria rectilínea paralela a la del Simca 1200 objeto del adelantamiento. Y entonces, una extraña y poderosa fuerza de succión empezó a atraer la moto hacia el coche como si se hubiese generado un formidable campo magnético entre ambos vehículos. Sujeté con energía el manillar tratando de buscar una escapatoria que evitase la colisión lateral, y fue en ese momento cuando comprobé aterrado que acababa de perder cualquier posibilidad de intervenir en mi destino, ya fuese para bien, ya fuese para mal. Ahora mi suerte estaba ligada irremediablemente a unas leyes mecánicas y físicas ante las que, en mi humano desvalimiento, no podía oponer resistencia ni defensa alguna. Durante unas décimas de segundo pude ver todavía la mirada estupefacta del conductor del Simca, y sus brazos agarrotados sobre el volante con esa tensión propia de quienes enfrentan un peligro sabiendo que cuentan con escasas probabilidades de salir indemnes de él. Y es que, si no se alteraba la trayectoria de la moto en el último instante, el impacto era inevitable.


 


Sin embargo, lo que sucedió fue otra cosa,  y no menos providencial, y es que la Yamaha perdió ligeramente velocidad, no demasiada, pero sí al menos la suficiente como para que el coche pudiera rebasarme mientras yo me quedaba a solas tratando de gobernar una máquina ingobernable que me llevaba sin remisión al desastre.
 
Una larga recta despejada de la N-301 era cuanto tenía ante mí en aquel delicado trance. He pisado una mancha de aceite, fue lo primero que pensé cuando recuperé mis capacidades cognitivas después del shockinicial. Pero había recorrido ya varias decenas de metros con la moto dando bandazos en la carretera fuera de todo control y mi situación empeoraba con cada segundo transcurrido. No podía tratarse de una mancha de aceite tan extensa. En cambio, lo que había sucedido, para mi desgracia -y fui consciente de ello a continuación- es que acababa de reventar el neumático trasero a más de 100 km/h. mientras estaba adelantando al Simca 1200.


Como llevaba apenas dieciséis meses montando en moto y tenía por tanto sólo unos pocos miles de kilómetros de experiencia, las probabilidades de matarme en la carretera en cuanto surgiese un contratiempo lo bastante propicio para ello eran mucho más elevadas en mi caso que en el de un motorista bien bregado y curtido en los riesgos del gremio. Tenía casi veintiséis años y en la vida me había visto en otra igual. Era esa edad difusa y fronteriza entre el fracaso y la gloria en la que muchas jóvenes promesas o celebridades ya casi consagradas del rock, el cine o el deporte se malograban para siempre porque morían accidentadas o se mataban por su propia mano para dejar un legado póstumo de leyenda y mitología. Pero yo era sólo un anónimo ciudadano español, semejante a otros miles de compatriotas desconocidos que iban a perder la vida en la nacional 301 y en el resto de las carreteras del país aquel año de 1989. Salvo para familiares, amigos y conocidos, por todo legado para la posteridad yo iba a dejar sólo un montón de hierros retorcidos y algunos jirones abrasados de ropa y de piel sobre el asfalto ardiente de la 301. Y después sólo sería un número, un dato, una estadística. O todo lo más, un macabro recuerdo más o menos indeleble en la memoria de los circunstanciales testigos de mi tragedia, porque sabía que quienes habían contemplado alguna vez de cerca un accidente de tráfico con víctimas mortales tardaban mucho tiempo en olvidarlo, o acaso no eran capaces de olvidarlo nunca. 






Era un día obsceno para morir. El primero del puente festivo de las mil vírgenes de Agosto en España, cuando tanta gente se quedaba por el camino. Cuando tanta gente se marchaba al campo, o a la playa, y nunca llegaba a su destino, o nunca regresaba de vuelta a su punto de partida, y los cementerios municipales se iban llenando de difuntos, y los cementerios de automóviles se iban llenando de chatarra. Según información adjunta del diario ABC con fecha del 16 de Agosto de 1989, en aquel largo puente festivo de hace veinticinco años murieron en las carreteras españolas 106 personas, de las cuales 25 lo hicieron el mismo día en el que yo estuve a punto de convertirme también en un número, en un dato, o en una estadística de la crónica negra del tráfico. Y por desgracia es también muy probable que algún infortunado de aquel largo centenar de víctimas mortales perdiera la vida en la propia N-301 (Madrid-Cartagena), una de las carreteras más transitadas que llevaba -y sigue llevando- del interior a la costa.


Pero el lugar tampoco dignificaba mi propia muerte. Bajo aquella cegadora luz estival del mediodía y en el vasto escenario de esa inmensa recta manchega flanqueada de viñedos y de campos de labor, un paisaje vulgar y visualmente monótono todavía a centenares de kilómetros del mar, perder la vida por el reventón de un neumático en una humilde moto urbana de veinte caballos resultaba particularmente insultante y mezquino en mi precipitada biografía. Una existencia tan breve como la mía merecía un desenlace más elegante y épico en un escenario más hermoso o tal vez más exótico. Pero estas cosas no podían elegirse. El cómo, el cuándo y el dónde escapaban completamente a nuestro deseo y a nuestra voluntad.



Como escapó completamente a mi deseo y a mi voluntad lo que sucedió a continuación durante más de un minuto y cerca de un kilómetro de recorrido. O tal vez puede que fuese durante más tiempo y mayor distancia. Imposible saberlo ahora. Con el neumático trasero reventado, la Yamaha empezó a comportarse como los caballos salvajes de los rodeos americanos, esos animales absolutamente demoníacos que son cabalgados por intrépidos cowboyscuyo mérito y destreza consisten no tanto en amansar a la fiera como en evitar ser derribados.Sin embargo, y aunque las sensaciones fueran acaso semejantes, a diferencia de los jinetes americanos que ejecutaban sus grotescas cabriolas en la confortable seguridad de los recintos cerrados de los ranchos y pistas de los circos, yo las estaba ejecutando en una carretera general española abierta al tráfico y lanzado a toda velocidad a bordo de una máquina suicida que no iba a detenerse hasta caer al suelo, salirse de la calzada o estrellarse contra cualquier obstáculo, estático o móvil, que se interpusiera en su camino. Por puro instinto comprendí enseguida que no podía hacer mucho más que cerrar el puño del acelerador, aferrarme firmemente al manillar, mantener el equilibrio y esperar que la suerte volviera de mi lado. Ni siquiera intenté bajar marchas para aprovechar la retención del motor, porque toda mi concentración en esos momentos estaba dedicada a evitar la caída y no podía tampoco mover los pies un milímetro de los estribos para buscar el pedal del cambio. Una lectura instántanea de la grave situación ante la que me encontraba me hizo entender en el acto que no debía tocar los frenos por nada del mundo (ambos de tambor en esta moto), pues eso hubiera supuesto el desastre inmediato. A 100 km/h. un vehículo recorre casi 28 metros por segundo y necesita, en condiciones óptimas, por lo menos 127 metros para detenerse totalmente, pero con un neumático reventado estas cifras pierden todo su significado práctico y el comportamiento del vehículo se vuelve completamente imprevisible.

Durante un tiempo que se me antojó una eternidad, la moto continuó derrapando de lado a lado de la carretera invadiendo incluso el carril contrario en un errática trayectoria de barrido en zig-zag, impulsada por unas violentas inercias de fuerzas y masas incontrolables. Con el acelerador cerrado y la dispersión de la trayectoria, la Yamaha iba perdiendo velocidad e impulso, aunque muy lentamente, como lo haría el péndulo de un reloj que parece que nunca va a detenerse por completo. Pero la pérdida de velocidad no sólo no mejoraba la situación, sino que la volvía más crítica, si cabe, porque a las violentas inercias anteriores se sumaban ahora unas intensas trepidaciones que alteraban nuevamente la trayectoria en zig-zag de manera mucho más peligrosa: la moto permanecía durante más tiempo en el carril izquierdo de la carretera antes de regresar al derecho, y venían vehículos de frente, y la mayoría de estos vehículos eran camiones y autobuses que me avisaban con nerviosas ráfagas para que me apartase. Seguramente sus conductores no podían dar crédito a lo que estaban viendo. ¿Qué hace ese motorista loco de lado a lado de la carretera? ¿Está jugando a la ruleta rusa?


 
Exactamente era eso lo que estaba haciendo, jugar a la ruleta rusa, en contra de mi voluntad, porque yo ya no era dueño de mi destino, que desde hacía un momento había quedado por entero en manos de las leyes de la física o de la casuística de los milagros, suponiendo que éstos existieran. Y entonces mudé del terror al pánico, que como es bien sabido puede producir la parálisis completa del individuo o bien su predisposición a la huida, es decir, a la estampida. Pero en mi situación la huida no era posible (no digamos ya la estampida), y la parálisis completa me conducía a una muerte segura, porque si me abandonaba con resignación al desenlace anunciado, de un momento a otro iba a terminar bajo las ruedas de un camión o de un autobús. Probablemente moriría de un modo u otro, hiciese lo que hiciese, y poco o nada podía hacer, pero tenía que intentar por lo menos evitar la colisión frontal con otro vehículo -cualquier cosa, por mala que sea, es preferible a esto-, de modo que ahora se trataba de soltar la moto y forzar la caída cuando me encontrase por ventura en el carril derecho, aún a riesgo de romperme el alma contra el cortante guardarraíl de acero de afilados perfiles, aún a riesgo de que la moto se me viniera encima y me partiese la columna vertebral y me condenase para siempre a una silla de ruedas, aún a riesgo de rodar por el asfalto como un muñeco de trapo y acabar arrollado igualmente por otro vehículo.


Estos, y otros muchos de semejante naturaleza, fueron mis negros pensamientos durante aquellos instantes de pánico insuperable en los que me vi morir a cámara lenta, porque ni se consumaba la tragedia ni se obraba mi salvación, porque todo sucedía a velocidad de vértigo pero al mismo tiempo con una demorada cadencia de una crueldad infinita que dejaba todavía abierta la posibilidad de cualquier desenlace. Dios y el diablo se estaban jugando a los dados mi porvenir en aquel tablero maldito de la nacional 301. 


CONTINUARÁ

   


ESPERANDO LA MUERTE EN LA NACIONAL 301 (12 de Agosto de 1989). (Tercera parte). No era una siniestra dama vestida de negro.

$
0
0



LEER SEGUNDA PARTE


¿Está determinada nuestra suerte en alguna parte y estamos predestinados a su estricto cumplimiento en los términos precisos en los que nos ha sido prescrita? O por el contrario, ¿existe realmente el libre albedrío y podemos intervenir, positiva o negativamente, en los diferentes episodios de nuestra biografía sin que estos nos vengan impuestos por instancias desconocidas y acaso de procedencia sobrenatural? Pero en cualquier caso, ¿tiene algún sentido o significado el hecho de que hoy estés vivo todavía, y un día concreto de hace veinticinco años hubieras tenido noventa y nueve probabilidades sobre cien de morir, para salvarte finalmente en el último momento, contra todo pronóstico y evidencia?

Mientras la moto seguía derrapando de un carril a otro de la carretera en aquella recta interminable de la N-301, comprendí que resultaba demasiado verosímil el hecho de que iba a morir con veintiséis años en aquel accidente de tráfico. Todos los ingredientes sustanciales de las tragedias, aunque ninguna tragedia necesitase de ellos para consumarse, se daban cita en ese instante: un joven que se mataba en moto un día de verano mientras bajaba a la playa a ver a su familia, dejando una novia que no había querido acompañarle en el viaje, y un trabajo estable y bien remunerado. Tenía toda la vida por delante, frase tópica, típica y engañosa donde las haya, porque toda la vida que tienes por delante es sólo el espacio de tiempo comprendido entre tu nacimiento y tu defunción, así vivas un año, o un siglo, y nada impide que puedas morir en cualquier momento sin que se hayan cumplido todas o alguna de tus expectativas, cualesquiera que sean. Pero esta tragedia ya había sido representada muchas veces en la carretera, con diferentes e involuntarios actores secundarios y con malogrados protagonistas estelares, y se iba a seguir representando por los siglos de los siglos sin que se alterase por ello lo más mínimo el inmutable orden del mundo.

Y esta vez era yo el desdichado protagonista, ya lo había asumido con inevitable resignación, pero sobre todo me resultaba insoportablemente verosímil el realismo brutal de mi tragedia y el fatalismo que llevaba implícita por los agentes externos que intervenían en ella accidentalmente y que, sin embargo, eran los que podían precipitarla a su temible desenlace. El pánico no me había paralizado por completo, no al menos hasta el punto de hacerme perder el equilibrio sobre la moto desbocada, que seguía haciendo eses en la carretera obligando a los vehículos que venían de frente a apartarse al arcén para no arrollarme, porque el diablo y Dios, suponiendo que uno de ellos, o ambos, existieran, seguían jugando conmigo a los dados en la N-301, y el primero me arrojaba violentamente al carril contrario a escasos metros de los camiones y autobuses que se acercaban, y el segundo me devolvía en volandas al carril derecho con proporcionada violencia escasos segundos antes de producirse la colisión fatal, quizá porque en algún sitio estaba escrito que yo tenía que seguir viviendo, quizá porque alguien había decidido que no merecía morir obscenamente aquel día tórrido de Agosto en mitad de La Mancha entre viñedos y campos de labor. 




La Yamaha SR-250, esahumilde moto de mensajero que no estaba diseñada para explorar el país más allá del perímetro de sus ciudades, seguía perdiendo velocidad gradualmente sin cesar en su errática trayectoria de un lado a otro de la carretera con un brusco pero rítmico balanceo que parecía medido con precisión casi absoluta, ni un metro de más, ni un metro de menos, del carril derecho al carril izquierdo, y vuelta a empezar, sin osar siquiera invadir los arcenes o salirse de la calzada, algo que yo andaba buscando a la desesperada ante el riesgo terrible de empotrarme contra un camión, o un autobús, e incluso algún turismo, pues varios de estos vehículos los tuve tan cerca que pude observar sin dificultad los gestos de espanto o de indignación de sus conductores mientras se arrimaban al arcén para esquivarme. Y como no podía ser de otro modo, cayó sobre mí una furiosa amonestación de bocinazos y de ráfagas luminosas que llegaron a parecerme tan deslumbrantes como el mismo sol de aquel aciago mediodía de Agosto. Esto me consternó profundamente, porque significaba que aquellos involuntarios actores secundarios de mi tragedia no sólo eran incapaces de comprender o interpretar correctamente lo que me estaba sucediendo, sino que además me consideraban culpable de ello, o aún peor, me tomaban incluso por un motorista suicida y enajenado que se divertía jugando a la ruleta rusa con su propia vida y con las vidas de terceros.   

Pero una vez que había asumido que iba a morir irremediablemente de un momento a otro, lo que se me antojó intolerable y obsceno fue que iba a hacerlo en público, delante de decenas de viajeros con los que me cruzaba en la carretera, pero también en presencia de quienes seguramente circulaban por detrás de mí,  como espectadores aventajados del drama, y de quienes suponía, porque no podía verlos, que habrían levantado el pie de los aceleradores de sus vehículos para dejarme distancia de seguridad y protegerse de cualquier entrometimiento en mi peripecia, a la espera de su desenlace, ya fuese con una caída y posterior arrastrón por la calzada, ya fuese con una salida de la vía, ya fuese con una colisión frontal con otro vehículo o contra alguno de los afilados guardarraíles de acero que delimitaban ambos carriles de la nacional 301 en aquel paraje manchego. Morir en público, desprovisto de toda intimidad, a la vista de aquellos desconocidos que probablemente observaban impotentes mi errática trayectoria con un nudo en la garganta y un golpe de ansiedad en sus corazones, me pareció el final más indigno e ignominioso al que podía enfrentarse un individuo. Tan extraño y repentino pudor, que ya era como la confirmación inapelable de la desnudez del alma -suponiendo que ésta existiese- me hizo comprender que el final se acercaba. 

Con el neumático trasero reventado, la moto parecía deslizarse a trompicones, no a través de una suave carretera asfaltada, sino a lo largo de una abrupta superficie nudosa formada por sogas marineras, gruesas redes y aparejos de pesca, tal y como eran frecuentes de ver estos útiles secándose al sol en los muelles de los puertos. La velocidad de la Yamaha seguía disminuyendo lentamente y su trayectoria se iba volviendo más cerrada por momentos, lo que me hizo concebir por primera vez esperanzas de salvación. Pero a menor velocidad, el baile trasero era todavía más atropellado y trepidante, y ya podía percibir con precisión cómo la cubierta, la cámara y la llanta se iban enredando y superponiendo unas sobre otras en diferentes capas alternas y rotativas que al posarse sobre el asfalto transmitían una desalentadora sensación de tren descarrilado. Sin embargo, y aunque no había descartado en absoluto una caída inminente, por lo menos la moto había regresado al carril derecho y ya no volvía a aventurarse en el izquierdo, lo cual mejoraba notablemente mis expectativas.  Ahora ya no debía angustiarme con los vehículos que venían de frente y podía concentrarme exclusivamente en seguir manteniendo el equilibrio a  sangre fría practicando instintivamente la técnica del contramanillar (lo que en un automóvil equivaldría al contravolante, es decir, mover la dirección en sentido inverso a la trayectoria del vehículo para corregirla), situando el peso del cuerpo más adelantado para liberar el tren trasero y cargando mayor fuerza de brazos sobre la dirección, pues sólo a ella me podía encomendar para contrarrestar la deriva trasera (por este motivo, un reventón del neumático delantero habría supuesto la pérdida de equilibrio inmediata). Desde luego era la ejecución de todas estas maniobras consecuencia del instinto o del sentido del equilibrio, que en este caso viene a ser lo mismo, más que resultado de decisiones conscientes racionalmente aplicadas. Y es que cuando la amenaza inmediata del peligro extremo y la aparición consiguiente del pánico nos anulan toda posibilidad de raciocinio, ya sólo nos queda la salvaguarda del instinto y el recurso de nuestras capacidades evolutivas. Y apelar a la suerte, eso por descontado.



Tuve suerte, y mucha. Quizá exactamente toda la que necesitaba para sobrevivir. Lo pensé entonces, y lo sigo pensando ahora, veinticinco años después. Conseguí llevar la moto al arcén y detenerme. Muy cerca estaba la placa del kilómetro 145 de la N-301. Todavía en el último instante, ya casi parado, estuve a punto de caerme. Me bajé de la moto mareado y temblando de miedo. Estrés postraumático, imagino. No sentía las piernas, ni los brazos, pues había perdido por completo el tono muscular en las extremidades. El corazón me golpeaba furiosamente dentro del pecho y sudaba a mares, pero era un sudor helado y escalofriante, un sudor de muerto vuelto a la vida, quiero creer, suponiendo que los muertos vuelvan a la vida y sean capaces de producir algún tipo de sudoración. En aquella recta manchega abrasada por el sol del mediodía de Agosto la temperatura rondaba los 35 grados centígrados, pero yo estaba tiritando de frío como si me hallase desnudo en invierno en mitad de una llanura siberiana. Tenía la vista nublada y cierta desorientación temporal, lo que unido a los síntomas anteriores ya descritos me asemejaba bastante a un astronauta que acabase de regresar a la Tierra desde el espacio exterior. 




Había cesado por completo el tránsito en la carretera y el silencio era sobrecogedor. Parecía que se hubiera detenido el tiempo, el mundo, la realidad. Yo quizá me había salvado, pero todo a mi alrededor acababa de extinguirse. O acaso es que no me había salvado y me encontraba en una nueva dimensión desconocida. En otro mundo, pero con la apariencia del mundo que acababa de abandonar. Y entonces escuché a mi espalda el sonido del motor de un automóvil que se detenía unos pocos metros detrás de mí. El motor se apagó enseguida y a continuación sonó el crujido enérgico del freno de mano y el ruido de una puerta que se abría y se cerraba con un rumor suave. Alguien se acababa de bajar del vehículo y venía hacia mí, pero no me atreví a volverme para mirar. Absolutamente paralizado por el terror, imaginé que era un coche fúnebre lo que me aguardaba y una siniestra dama vestida de negro y calzada con zapatos de alto tacón de aguja la que caminaba a mi encuentro para llevarme con ella. La atracción fatal del erotismo y de la muerte convocados en aquella recta luminosa de la N-301 un mediodía cualquiera de Agosto. Eros y Tanatos. Pero los pasos que sonaban a mi espalda eran blandos y firmes sobre el asfalto del arcén, y no se correspondían con el taconeo trabajoso y un tanto desarticulado que yo había imaginado en mi precipitada fantasía.

Y entonces, venciendo el pánico que me paralizaba, me volví lentamente acuciado por la curiosidad: no era una siniestra dama vestida de negro quien venía a mi encuentro.



CONTINUARÁ







    

ESTRENO DEL CORTOMETRAJE "NORMA"

ESPERANDO LA MUERTE EN LA NACIONAL 301 (12 de Agosto de 1989). (Cuarta parte). Si todavía vives, ¿cómo podría encontrarte?

$
0
0







Si todavía vives, ¿cómo podría encontrarte, buen samaritano? Han transcurrido más de veinticinco años desde entonces. Desde Agosto de 1989 hasta Marzo de 2015, en el momento en que escribo la cuarta entrega de aquella odisea, se han sucedido sin interrupción exactamente veinticinco años y siete meses. Eso es mucho tiempo. Algo más de un cuarto de siglo. Una enormidad. Nuestras vidas apenas si se cruzaron azarosamente durante diez minutos, tal vez menos, en aquella recta terrible de la N-301. No recuerdo tu rostro, y es casi seguro que tú tampoco recuerdas el mío. No es que esto pudiera servir de mucho, después de veinticinco años, la verdad, cuando mi aspecto físico, y el tuyo, si todavía vives, habrán cambiado tanto inevitablemente. Tampoco recuerdo la matrícula del coche que conducías ese día, y nunca llegué a memorizarla, y es raro, porque siempre he sido infalible recordando matrículas. Claro es que en aquel momento me encontraba en estado de shock, y esto puede explicar mi desmemoria.  Sólo sé que tu vehículo llevaba placa de Madrid con dos letras de serie de una antigüedad imprecisa entre cuatro, cinco, seis años... o a saber. Lo que es tanto como no decir nada. Una probabilidad entre varios millones de poder encontrarte apelando a estas vaguedades. Ni la policía lo intentaría por este camino, y menos aún después de veinticinco años. Con estos indicios tan poco alentadores, es como si tú y tu automóvil nunca hubiérais existido.

Y sin embargo, si hubiera recordado con precisión tu número de matrícula, ahora podría buscarte, si es que todavía vives. Pero aunque no vivas, al menos podría llegar a conocer tu identidad, saber cómo te llamas, o cómo te llamaste, y tal vez con esa información encontrar a alguien que pudiera darme razón de ti, alguien a quien seguro referiste el testimonio de mi desventura de aquel día, y cómo salvé la vida, y lo que tú hiciste para ayudarme a que la salvara, que fue todo lo que podías hacer mientras esperabas un desenlace, y fue mucho, y por ello contraje contigo una deuda de gratitud intemporal que ahora, por extravagancias del destino, me incita a buscarte desde las líneas recónditas de este blog.




No eras una siniestra dama vestida de negro que caminaba por el arcén a mi encuentro, como había temido al principio, cuando sentí tu misteriosa presencia a mi espalda. Tampoco te bajaste de un furgón fúnebre, sino de un elegante Mercedes ya un tanto viajado, creo recordar, ¿o tal vez era un BMW? Vestías ropa de verano, una camiseta, un pantalón corto, sandalias o chancletas de playa, quizá, pero pese a esto tenías un porte adusto y distinguido, de hombre notable de buena posición social. O esa es la impresión que obtuve de aquel encuentro. El automóvil te delataba, pero también te delataron enseguida tu forma de caminar, tus ademanes, tu manera de hablar cuando me dirijiste las primeras palabras, que estaban afectadas de estupor y de espanto, que no era sino un reflejo del mismo estupor y espanto que sentía yo en ese momento, después de lo que acababa de suceder. Aquel lejano 12 de Agosto de 1989 yo tenía veintiséis años menos dos meses, y calculé a ojo que tú podrías tener unos diez o quince años más que yo, veinte, a lo sumo. O al menos eso es lo que supongo ahora. Por lo tanto, si mis apreciaciones fueron correctas entonces, y todavía vives, es probable que tengas una edad comprendida entre los sesenta y los setenta años. Con esa edad, si no ha mediado un trágico accidente o una enfermedad irreparable en tu biografía, es muy razonable suponerte vivo y lo bastante lúcido como para que aún recuerdes todo lo ocurrido aquel mediodía de Agosto de 1989 en el kilómetro 145 de la nacional 301, entre Mota del Cuervo y Santa María de los Llanos, provincia de Cuenca.

Y es que, como testigo avanzado de mi desventura que fuiste, estoy convencido de que nunca habrás podido olvidar aquellos hechos. También supuse entonces, y sigo suponiendo ahora, que habías salido de Madrid aquella mañana para emprender viaje hacia la costa aprovechando el puente festivo de las mil vírgenes de Agosto, como yo y otros tantos millones de compatriotas por las carreteras de todo el país. Seguramente te esperaba la familia en alguno de los muchos destinos mediterráneos de la nacional 301, y ellos fueron los primeros en escuchar tu testimonio de la epopeya de ese atribulado motorista al que socorriste en el arcén bajo el implacable sol del mediodía. Porque desde luego te detuviste a socorrerme, no cabe duda del noble altruismo de tu gesto, pero también lo hiciste para aliviar la insoportable angustia que te había producido el suceso, y porque no pudiste vencer la curiosidad y admiración casi reverencial que sentiste hacia ese hombre que acababa de escapar a un trágico final: acercarte a mí fue como acercarse a un resucitado, y quisiste comprobar si mi naturaleza seguía consistiendo en la misma carne mortal en la que consistía la tuya.

Y había algo de ansiedad, de excitación nerviosa y hasta de apresuramiento en tus pasos y en tus gestos mientras caminabas hacia mí por el arcén de la carretera y preguntabas sin cesar, ¿estás bien, estás bien?, y yo apenas si asentía en silencio y entonces tú añadías sin salir de tu asombro ¡ha sido increíble, increíble, no sabes lo que has hecho, no sabes lo que has hecho, nunca había visto una cosa igual! Y ya cuando me tuviste frente a frente y pudimos confrontar nuestras miradas comprendiste que yo no era un héroe, ni un personaje mitológico, ni un ser sobrenatural, sino un tipo vulgar y acojonado que ni siquiera podía articular palabra, porque tenía la boca seca y la lengua se me pegaba al paladar y temía que si intentaba hablar descubrieses el temblor de mi voz, y quería disimularlo y aparentar una entereza de la que carecía en ese momento, pero el hombre es una animal tan estúpido que incluso en su mayor desvalimiento es capaz de sentir pudor y vergüenza delante de otro hombre desconocido. Joder, macho, estás blanco como la cera -me hablaste coloquialmente-, pero no me extraña, ¿de verdad que te encuentras bien?, ¡ha sido increíble, increíble, y no te has caído, y no te has caído!

Tus palabras medevolvían la certeza implacable de que lo que acababa de ocurrirme había sido exactamente tan terrible como yo lo suponía, o incluso peor, por más que tratase de tranquilizarme, una vez que había salido ileso del percance, imaginando que tal vez la cosa no habría sido para tanto. ¿Necesitas algo, quieres que te lleve a algún sitio, puedo hacer algo por ti?, fue tu inmediato ofrecimiento, como buen samaritano que eras. Agua, te pedí con un hilo de voz, sin saber si mi angustiosa petición iba a poder ser atendida. ¿Agua? Claro que sí, llevo una botella de agua fresca en el coche.

Nos acercamos al coche, que se encontraba apenas cinco o seis metros por detrás de mi moto. Como he dicho antes, creo recordar que se trataba de un Mercedes ya con algunos años de antigüedad, aunque ahora mismo no estoy absolutamente seguro de esto. Me invitaste a sentarme en el asiento del copiloto, me diste un vaso de plástico y me animaste a beber todo el agua que quisiera, que en efecto estaba bastante fresca, tanto como el propio habitáculo del coche, pues viajabas con el aire acondicionado encendido, algo perfectamente comprensible en aquella tórrida jornada de Agosto. Bebí un par de vasos que tuvieron la virtud de acelerar mi proceso de resucitación y hacerme recuperar el habla, y tal vez hubiera bebido un tercero, y un cuarto y un quinto, pero no quise abusar de tu amabilidad y dejarte sin agua para el resto de tu viaje, que nunca me dijiste en donde concluía, seguramente porque nunca te lo pregunté. Volvimos a la moto y te expliqué que había sido un reventón del neumático trasero, pero tú ya lo sabías, lo habías visto y comprendido todo desde el principio: cuando vi lo que pasaba levanté el pie del acelerador para dejarte distancia y saqué el brazo por la ventanilla para avisar a los que venían por detrás para que no se acercasen hasta ver en qué quedaba la cosa. Has vuelto a nacer, ¿lo sabes?

Sí, lo sabía, o lo suponía, pero tu cercano testimonio, una vez más, me devolvía la certeza incontestable de que no me había matado de milagro. Y de que tu prodigiosa contribución, buen samaritano, había ayudado decisivamente a que me salvase, primero en la carretera mientras iba dando bandazos de un carril a otro, y luego en el arcén, cuando te detuviste a socorreme y a interesarte por mi estado. Hubo más testigos, me lo dijiste, pero sólo tú mostraste la necesaria humanidad y el altruismo que una víctima como yo podía demandar en esta situación. Ha sido increíble -repetías admirado-, jamás he visto una cosa igual y no creo que vuelva a verla. Tú no sabes lo que has hecho, no lo sabes, no puedes saberlo porque no te has visto. Es que ni te lo imaginas. ¡Y no te has caído, no, no te has caído! Tienes mucha experiencia montando en moto, ¿verdad? 



Te confesé que no la tenía. Aquella humilde Yamaha SR-250, apartada e inservible en el arcén con el neumático trasero reventado, era mi primera moto, y la había comprado sólo dieciséis meses antes. Toda mi experiencia motociclista se resumía en poco más de 10.000 kilómetros, los que había recorrido en esos meses, lo que te produjo cierta perplejidad. ¿Vas muy lejos? -preguntaste entonces, dando por hecho que repararían mi neumático y todavía sería capaz de alcanzar mi destino en aquella jornada, algo que yo ya había descartado por completo, porque me faltaban más de 300 kilómetros y prefería regresar a Madrid, si se daban las circunstancias favorables, y cubrir la mitad de esa distancia. Este viaje ya se ha jodido para siempre, te dije sin poder disimular mi amarga desilusión. Bueno, no te preocupes -respondiste-, habrá más viajes. No se te olvide que has vuelto a nacer. ¿Te llevo a algún sitio, llamo en el siguiente pueblo a una grúa, necesitas que haga algo por ti?

En 1989 no existían los teléfonos móviles. Si te quedabas tirado en la carretera dependías siempre de agentes externos para recibir ayuda. Casualmente había un poste de auxilio de la DGT en el mismo kilómetro 145 de la N-301, sentido Madrid. Creo recordar que estaba pintado de color rojo, o tal vez fuese naranja, o amarillo. Ya no estoy seguro de eso. Y entonces te despedí, buen samaritano, con un apretón de manos, y te vi montarte en tu coche y reanudar tu viaje, y perderte en el horizonte, y nunca más volví a tener razón de tu existencia. Fuiste solidario en mi infortunio, y por eso hoy, veinticinco años más tarde (casi veintiséis), cuando estoy escribiendo esta historia, en algunos momentos con un nudo en la garganta, me gustaría encontrarte. ¿Y sabes una cosa? Tengo el presentimiento de que vives y de que voy a volver a encontrarte o al menos a tener noticias tuyas. Me lo dice el corazón, que no dejó de latir aquel día.


CONTINUARÁ 































N-332. Límite de provincias Alicante-Valencia y hallazgos y curiosidades en Vergel y Ondara.

$
0
0


Una tarde de Junio tórrida en la provincia de Alicante, me aburría, me había quedado sin provisiones para la cena y era necesario bajar al súper más cercano para solventar la situación. Cogí la moto, llené la maleta trasera o top case de víveres no perecederos y decidí que era un crimen volver a meterse en casa sin dar una vuelta por las carreteras cercanas. No iba a ciegas, desde luego. Sabía dónde buscar, aunque al final encontré mucho más, y más interesante, de lo que esperaba en un principio.


Este hito lo llevaba viendo toda la vida, pero completamente mudo y descascarillado. Sin embargo, el otro día, me llevé la grata sorpresa de que había sido restaurado y pintado con la nueva denominación de la carretera. Meses después, gracias a las investigaciones de mis colaboradores, hemos conseguido averiguar la nomenclatura primitiva a la que correspondió. Se trataba de la A-P-1323, y se encuentra en Las Rotas (Denia). Es una carretera local muy corta que muere en el mar. Es curioso que los caracteres del cajetín estén pintados en negro, en lugar del blanco preceptivo de los hitos del Plan Peña, pero es que para que destaquen sobre el amarillo tiene que ser un blanco especial, muy intenso, y naturalmente a estas alturas de la Historia no se van a complicar la vida los responsables del asunto. Bastante es que se haya salvado el hito, porque el del km. 1 ya es metálico, y la carretera termina antes del km.3. Muy corta, como digo.


Por aquí había ya poco que hacer en cuanto a descubrimientos de vestigios carreteriles, así es que lo obligado era acercarse hasta la N-332, muy cerca, en el límite de provincias de Alicante y Valencia, una frontera que siempre me ha resultado excitante. Hasta hace poco tiempo en este límite existía un cruce muy peligroso hacia Denia y sus playas regulado por un stop. Pero ese cruce se cobró tantas vidas que decidieron suprimirlo sobreelevando la N-332 y estableciendo una rotonda debajo. Como consecuencia de ello quedó sin servicio un breve tramo de carretera de apenas 100 metros, aunque en realidad todavía da acceso a alguna finca colindante.





El río Racons, o Molinell, marca el límite entre las dos provincias. Hace años, entrando desde la de Valencia a la de Alicante se veía un cartel con una cita del escritor gallego Wenceslao Fernández Flórez: Alicante, la casa de la primavera. Lamentablemente ese cartel ya no existe, porque este país se vuelve cada vez más prosaico.

Vista del tramo en sentido Alicante, con la silueta prominente del Montgó al fondo:


 Y desgraciadamente nos encontramos también con esto:


No sabemos si la víctima, al parecer de nacionalidad alemana, perdió la vida antes o después de la rectificación del peligroso cruce. Pero lo cierto es que sobrecoge seguir encontrando estas cosas en la carretera.

Regresamos al municipio de El Verger, primera localidad alicantina que encontramos en esta carretera viniendo de Valencia. La nacional ha sido circunvalada, pero el pueblo conserva milagrosamente tres hitos del Plan Peña en un aceptable estado de conservación y además correlativos. Corresponden a los primitivos kilómetros 174, 175 y 176 de la N-332, antes de que se variase su kilometraje, que ya quedaría reflejado en hitos metálicos.






Dos tomas del 175. Es curioso que ha existido movimiento de tierras en las cunetas y sin embargo el hito ha sobrevivido, afortunadamente. No es lo habitual, como tampoco es habitual que lo dejen degradarse sin más, perdiendo la pintura como consecuencia de los años y de la intemperie. Otros que todavía sobreviven en esta carretera han sido repintados, pero borrando la numeración kilométrica y dejando sólo el cajetín con el rótulo de N-332.




El 174. Este es quizá el que mejor se conserva, y además, al encontrarse en una amplia zona ajardinada y enterrada su base, pienso que tiene más probabilidades de sobrevivir definitivamente e incluso de ser restaurado de pintura, aunque le borren el punto kilométrico. Lo cual es una lástima, por otra parte, porque lo suyo sería respetar su estado original, caracteres incluidos, aunque no reflejen el kilometraje real de la carretera en la actualidad.

Seguí buscando más hitos correlativos, quizá el 173 y sucesivos en orden descendente, pero la travesía de El Verger a partir de este punto ya se encontraba completamente urbanizada, con aceras y edificios, y en estas circunstancias los viejos hitos tienen a desaparecer inexorablemente. Sin embargo, entre el hito 176 y el 174 todavía encontré cosas dignas de interés, como veremos a continuación.


Este coche (al parecer, un Rover) se quemó completamente en algún lugar no muy lejano y lo trajeron a este desguace que existe a la entrada de El Verger. Todavía no lo han llevado al interior del recinto del desguace, que es perfectamente visible desde la carretera y cuyo interior fotografié en alguna ocasión anterior. Para mí no tiene un interés excesivo, porque todos los vehículos que alberga son bastante modernos, o por lo menos demasiado contemporáneos. Sin embargo, teniendo en cuenta que la mayoría de los desguaces a la intemperie han desaparecido, para convertirse en plantas de reciclado de chatarra completamente asépticas e invisibles desde el exterior, este de El Verger puede considerarse una excepción y una singularidad notable.

¿Y qué decir de este reclamo comercial que se encuentra un poco más adelante? Ocupa todo el arcén y casi invade la propia carretera. Completamente inadmisible. Sin embargo es una costumbre en esta zona que los anunciantes de negocios particulares invadan con su publicidad las vías públicas. Apenas un kilómetro más allá se ubica el cuartel de la Guardia Civil.


Otra costumbre muy frecuente en El Verger es que los tejados de casas y edificios exhiban vehículos de todo tipo, bien como reclamo comercial de sus actividades, en este caso un negocio de motos, o por puro misterio y abandono, como veremos más adelante.











Sin embargo, nada mejor que este reclamo de la tienda/taller a pie de carretera. Se trata de una Ural con sidecar muy aparente y vistosa. Una moto rusa que no puede competir con productos europeos occidentales y asiáticos mucho más evolucionados. Sólo con detectar los arcaicos frenos de tambor ya podemos hacernos una idea de las pretensiones de esta moto. No obstante, en la primera imagen, se puede observar un detalle gracioso: lleva un anagrama con la hoz y el martillo en la parte inferior trasera del sidecar. Vamos a recortar la fotografía para que se vea mejor:


Y volvemos a los tejados. Casi saliendo ya de El Verger, nos encontramos con este Seat 1400 convertido en un acordeón, que es imposible saber cómo ha llegado ahí arriba. Lo llevo viendo durante varios años y está claro que alguien lo ha tenido que subir al tejado de porque sí. Además, el local comercial no tiene nada que ver con actividad de automoción alguna, pues es, o era, de una empresa de elementos de riego o similar. Supongo que no existirá ninguna normativa municipal que te obligue a bajar del tejado de tu casa o negocio un pedazo de chatarra. ¡Hasta ahí podíamos llegar! Y me parece bien. Pero por lo menos desconcertante no podemos negar que resulta.


Seguimos viaje por la N-332 en dirección Alicante, y la siguiente localidad que nos encontramos es la de Ondara. Sin ser demasiado exhaustivo en mi búsqueda de antiguos elementos y sin salirme del entorno de la carretera encuentro por lo menos dos vestigios muy interesantes. Este no lo conocía, el segundo sí.




Esta señal de prohibición de señales acústicas es toda una reliquia de otros tiempos. ¿Tendrá fecha de fabricación por detrás? Cuando me bajo de la moto para hacerle un par de fotografías e indagar en su reverso para encontrar una fecha, los peatones que transitan por la calle me miran alucinados como si se encontrasen ante un extraterrestre. Pero yo a lo mío, sin inmutarme. No encuentro ninguna fecha, y aparentemente no la tiene, aunque es difícil saberlo, porque puede encontrarse en la parte derecha más pegada a la pared. Pero no me atrevo a mover la placa ligeramente para salir de dudas, porque la gente a lo mejor se hubiera mosqueado.

Y por último, este cartel direccional que llevo viendo toda la vida en plena travesía de la N-332 por Ondara (es decir, medio siglo), que siempre quise fotografiar y que por fin lo conseguí esa tarde de mediados de Junio de 2014. Aunque mi deseo secreto es llevarme el cartel, por supuesto, cosa que se antoja demasiado complicada. El edificio está que se cae a pedazos, pero el cartel resiste y se encuentra a demasiada altura como para intentar acceder a él. Y además, ¿en dónde diablos tiene el anclaje a la pared? ¿Por detrás? ¿Pero cómo? Me quedaré con las ganas de averiguarlo. Como curiosidad chapucera de su colocación destacar que la punta de flecha sobresale sobre la arista del edificio. Pero ahí sobrevive, impertérrito, indicando un destino que sigue siendo correcto aunque ya no se utilice esa carretera (antigua C-3311) para llegar a Denia ni a sus playas.


Viewing all 198 articles
Browse latest View live